Por
  • José Manuel Bandrés Sánchez-Cruzat

El sentido del pacto constitucional

El sentido del pacto constitucional
El sentido del pacto constitucional
Heraldo

El cometido fundamental de la Constitución española de 1978 fue lograr la realización de la concordia y la libertad en el marco de un sistema político y un orden social basado en la convivencia democrática, que permitiera estabilizar la identidad del pueblo español como comunidad política de hombres y mujeres libres e iguales en dignidad, derechos y deberes.

Los constituyentes plasmaron esta aspiración en el preámbulo, al proclamar la voluntad de la nación española de establecer la libertad y promover el bien de cuantos la integran, con la finalidad de "garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo y consolidar un Estado de derecho que proteja a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos". El pacto constitucional alcanzado en la Transición se fraguó en torno al consenso del conjunto de las fuerzas políticas presentes en el Congreso de los Diputados acerca del significado constitucional del principio axiológico "convivencia democrática", que sintetiza el deseo mayoritario del pueblo español de vivir juntos conforme a los "principios democráticos de convivencia", mirando al futuro con esperanza.

En el contexto histórico de la transición a la democracia, concordia significaba reconciliación, reencuentro, perdón y olvido, aceptación del adversario político, diálogo y concertación, inclusión, cohesión e integración social, igualdad y justicia, solidaridad y fraternidad. Concordia significaba abrazar y cultivar la cultura de la tolerancia y el respeto mutuo como principios democráticos compartidos indispensables para el aprendizaje para convivir juntos con nuestras diferencias y con nuestra diversidad.

Desde la perspectiva institucional, concordia reflejaba el compromiso alcanzado entre las fuerzas políticas y sociales para instaurar un régimen democrático sólido, abierto a todas las ideologías, que fuere lo suficientemente flexible para permitir a todos los representantes de las distintas fuerzas políticas democráticas gobernar si obtuvieren el apoyo mayoritario de la ciudadanía representada en el Parlamento, bajo el paradigma del respeto a las minorías, que legitima la búsqueda del consenso, siguiendo el axioma de tanto acuerdo como sea posible, tanta decisión mayoritaria como sea necesaria, y no a la inversa.

La Constitución de 1978 fue el fruto de un ejercicio de responsabilidad y de
la convergencia de todos en un único propósito, consistente en el cambio
profundo de régimen político desde la dictadura a la democracia sin violencia

La noción de libertad evoca, inmediatamente, en la Constitución de 1978, el propósito de liberar a la sociedad española del miedo acumulado durante la dictadura. La libertad implica el reconocimiento del derecho a la palabra, a la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y la libertad ideológica, el pluralismo político, el derecho a elegir una religión, el derecho de asociación y manifestación, el derecho a la libertad de enseñanza y el derecho a la libertad sindical. Libertad comporta el establecimiento de un sistema de gobierno representativo cuyo objetivo esencial es proteger y garantizar los derechos fundamentales y las libertades públicas.

Transcurridos 45 años resulta adecuado expresar que el sentido auténtico de nuestra Carta Magna es reforzar los pilares fundamentales del Estado constitucional, de modo que los ideales de concordia y libertad sigan estando vigentes como meta del orden político y social. La fuerza inderogable de nuestra Constitución obliga a todos los poderes e instituciones del Estado, y a la misma ciudadanía, a asumir lealmente la responsabilidad de preservar, en todo momento y lugar, la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes.

La Constitución, como recordaba el presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente, la hicimos entre todos y para todos. Fue fruto de un ejercicio de responsabilidad y de la convergencia de todos en un único propósito consistente en el cambio profundo de régimen político desde la dictadura a la democracia sin violencia. Y por ello, el espíritu constitucional de 1978, fundado sobre los valores compartidos de concordia, libertad y convivencia política y social, debe servir nuevamente de guía para afrontar nuestro futuro en democracia.

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