La importancia del relato

La importancia del relato
La importancia del relato
Krisis'23

La sesión del debate de investidura ha dejado un resultado y un temor. El resultado, el esperado. Y el temor, no por posible menos sorprendente, es que la legislatura se enlode en un clima agrio de reproches permanentes. 

Los desprecios y descalificaciones personales, que buscan la humillación y el daño moral al adversario, han tenido un protagonismo enorme: en el atril, en el hemiciclo, en las redes y en las calles. Es la manifestación de la derrota pública de la política. Es el recurso agresivo de quien es incapaz de ver en el adversario un representante de la voluntad popular.

La sesión de investidura ha sido bronca como pocas. Todo el hilo de la intervención de Sánchez se construyó sobre el presupuesto de la bondad de una izquierda social, feminista, ecologista y europeísta opuesta a una derecha reaccionaria y sin apenas diferencias entre ellas, la extrema derecha y la derecha. Pedro Sánchez, para poner en valor su figura, se erigió en "muro", expresión textual suya, para impedir el acceso al poder de la "España reaccionaria", y eso sirvió para consolidar todavía más los dos bloques, que volvieron a presentar sus caras más irreconciliables.

El debate de investidura de Pedro Sánchez volvió a mostrar una profunda división política en dos frentes

Muro que parece que se ha reafirmado con el diseño de su equipo de gobierno. Sobre ese trasfondo es como al fin se abordó la cuestión de la amnistía. Su objetivo es: "Garantizar la convivencia dentro del Estado de derecho, y generar un contexto social, político e institucional que fomente la estabilidad económica y el progreso cultural y social tanto de Cataluña como del conjunto de España, sirviendo al mismo tiempo para la superación de un conflicto político". Somos muchos los ciudadanos españoles a quienes nos gustaría confiar en dichas palabras, pero no está claro que el independentismo se sienta integrado en la Constitución, en contra de lo pregonado por el relato oficial.

No puedo aceptar la narración sobre el ‘procés’ firmada entre el PSOE y Junts. Considero que no basta con pactar los desacuerdos. Hay que preservar el relato. Míriam Nogueras lo leyó en la tribuna. En él, Junts reivindica el origen del conflicto en la remota y tergiversada fecha de 1714, cuando Barcelona se rindió a las tropas borbónicas en la Guerra de Sucesión a la corona de España. Para hilvanar a continuación el itinerario de los épicos combates entre una nación invasora y otra ocupada y deducir que ha llegado el momento para que se produzca la negociación bilateral y el fin del conflicto, con mediadores internacionales incluidos, a través por supuesto del referéndum de autodeterminación y la secesión correspondiente.

Puigdemont trata de justificar el apoyo al PSOE sin cambiar su relato de estos años sobre un conflicto del que el Estado español es el principal responsable. Y a este relato se agarró Alberto Núñez Feijóo para presentar la candidatura de Pedro Sánchez como un fraude.

El presidente se presentó como "muro" frente a la derecha y defendió una amnistía que es muy dudoso que haga recapacitar a los secesionistas

Resulta difícil estar en contra de una herramienta cuyo propósito es terminar, por fin, con un conflicto que ha dividido a Cataluña en dos, y que ha enfangado la vida política desde el mismo momento en que las fuerzas independentistas decidieron saltarse la ley. El problema es que nadie sabe a ciencia cierta si, tal como se han hecho las cosas, ese propósito va a conseguirse. En una iniciativa tan ambiciosa como conceder una amnistía hubiera tenido sentido intentar incluir al principal partido de la oposición, porque para pasar página de cuanto ocurrió durante el ‘procés’ son necesarios acuerdos amplios y transversales. En esa hipótesis del "reencuentro total" entre Cataluña y el resto de España, al que apuntó Pedro Sánchez, debería estar una fuerza que tuvo más de ocho millones de votos en las últimas elecciones.

Así que, en su conjunto, el mapa político español se sigue definiendo como frentista, que no es la mejor identidad para la construcción del futuro o para pensar en pactos de Estado. Sigo creyendo que uno de los problemas más graves de nuestro país es la incapacidad de los dos grandes partidos de ponerse de acuerdo para pactar las reformas que necesitamos. A pesar de la polarización política, a pesar de que el bipartidismo se ha transformado, el PP y el PSOE, que suman entre ambos una amplia mayoría, se necesitan mutuamente, aunque no lo parezca. Y cada vez pienso más que estamos empezando a cansarnos de unos y de otros.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Pilar de la Vega)

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