Director de HERALDO DE ARAGÓN

La disyuntiva

'Yo o el caos'
'Yo o el caos'
V. Meneses

Hermano lobo’, la revista satírica que acompañaba su cabecero con una leyenda donde se autodefinía como "semanario de humor dentro de lo que cabe", elevó a la condición de cita clásica la frase "O nosotros o el caos".

Recogida en una portada del año 1975, el eslogan mantiene una condición apócrifa que sitúa su origen en el espíritu de las elecciones francesas que en 1965 permitieron a Charles de Gaulle mantenerse en la presidencia de la República. "Moi ou le chaos". Las derivadas de aquella frase, al menos en su espíritu, han cabalgado durante años junto a la clase política. Convertida en argumento y justificación para todo tipo de decisiones, volvió a ser empleada sin necesidad de cita expresa en el debate de investidura por el ya hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. O el PSOE, o el fin de las políticas sociales, la llegada del cambio climático y hasta la destrucción de los carriles bici. O Sánchez o la ultraderecha…

La existencia de un utilitarismo político ramplón, donde los despropósitos ajenos justifican los propios, amenaza con insistir en una fractura social que ha calentado el enfrentamiento entre los partidos. Bajo un maniqueo dibujo donde progreso y prosperidad han quedado enfrentados a recorte de derechos y frenazo económico, Sánchez trazó en su investidura las líneas de dos presuntos modelos políticos adscritos, respectivamente, a la izquierda y la derecha: avance frente a retroceso. Para esta defensa introdujo la oportunidad del pacto, de un acuerdo con el independentismo sin lamento por el precio, y que garantiza la continuidad del proyecto del PSOE frente a los desmanes de una derecha uniformada y convertida en extrema que solo puede ser frenada con la unión de las izquierdas. Un veloz resumen de ‘El Príncipe’ de Maquiavelo donde el fin justifica los medios sin importar las cesiones y lanzando el mensaje de que la condición social de este Gobierno y su defensa es patrimonio de Sánchez. Es así, bajo esta pantalla, como el pacto con Puigdemont y la futura ley de amnistía se pretenden convertir, "en nombre del interés de España", en una circunstancia menor, soslayable, que puede quedar, incluso, revestida por valores como la generosidad o el perdón, cuando en realidad, "solo se ha hecho de la necesidad virtud".

Arropado por un discurso en el que se muestra como muro de contención de la extrema derecha, el reelegido presidente Pedro Sánchez ha justificado sus acuerdos con el secesionismo presentándose como el paladín de los derechos sociales

Por ello, a la investidura de Sánchez le sobró todo el envoltorio que pretendía justificar el acuerdo con Puigdemont. Por poco creíble, el insistente adorno sobre la validez y legitimidad de su pacto -‘excusatio non petita, accusatio manifesta’-, trenzado con aquellos que no se muestran dispuestos a defender muchos de los principios constitucionales, quedó desmontado por sus beneficiarios. Los socios de referencia del PSOE airearon y confirmaron su fortaleza frente a la debilidad de quien depende de las matemáticas parlamentarias.

Corta o larga, esta legislatura será inestable y quedará sujeta a los permanentes vaivenes y urgencias de los mismos que se sentirán con el derecho a cobrarse lo prometido. Asistiremos a una política descrita en el alambre, moteada por la inestabilidad de Sumar, las obligaciones ante el secesionismo y la tensión con el resto de comunidades autónomas que pelearán contra el agravio. Sánchez, que hace buen uso de su ‘Manual de resistencia’, ha introducido el ‘juego en corto’ como forma de gobierno, una estrategia de condición imprevisible producto de las circunstancias y del momento. Puede que el presidente hoy tenga claro el recorrido de su hoja de ruta, pero eso no asegura que mañana pueda cambiar.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mikel Iturbe)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión