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Cartas al director de HERALDO: El cierre del aula escolar de Caneto

Unas edificaciones de maderas alojan las aulas donde estudian los niños de Caneto.
Unas edificaciones de maderas alojan las aulas donde estudian los niños de Caneto.
Heraldo

El cierre del aula escolar de Caneto

El Gobierno aragonés del señor Azcón parece que quiere vaciar nuestros pueblos si no cumplen las condiciones administrativas que él mismo establece y debe garantizar. Al menos ese es el argumento por el que han cerrado el aula del pueblo de Caneto condenando a sus 21 niños y niñas a viajar hora y media todos los días por las peores carreteras de montaña si quieren acceder a una escuela.

Según este Gobierno el cierre se debe a que no cumplen las condiciones administrativas que él tiene la obligación de resolver, y por eso no lo quiere legalizar. Han sido cinco años de escolarización de ese alumnado en su pueblo sin ningún problema salvo que la Consejería de Educación no lo registra administrativamente, por lo que para el actual Gobierno aragonés no existe como escuela, ¡maldita burocracia!, y ese pueblo debería vaciarse porque esos niños y niñas no tienen derecho administrativo a estar escolarizados en él como hasta ahora. Qué desastre de país en el que sus gobernantes utilizan las leyes y la burocracia para vaciar los pueblos en lugar de adaptarse y facilitar la vida en ellos; y aquel en el que quienes lo gobiernan actúan para crear problemas en lugar de resolverlos. Por favor, demuestren que no quieren vaciar nuestros pueblos protegiendo y legalizando sus escuelas, aplicando el sentido común y legislaciones como el Real Decreto 132/2010, que en su disposición adicional tercera para centros que atiendan a poblaciones de especiales características sociodemográficas, permite a las administraciones educativas adecuar los requisitos a las especiales características y dimensiones de estos centros, en vez de cerrarlos. Porque necesitamos pueblos vivos no sólo como excusa para vacíos titulares de prensa, y eso está en manos del Gobierno de Aragón.

José Luis Murillo García. VILLANOVA (HUESCA)

Franco deterioro

Soy médico del servicio público de salud, jubilado tras 42 años como médico rural, medico de cabecera, servicio de urgencias y en dos especialidades hospitalarias. Hoy, desde mi condición de paciente oncológico, quiero referirme a un servicio al que le debo la vida, Hematología del Hospital Royo Villanova. Hace siete años comencé a padecer un cáncer en la sangre del que he sido tratado allí en innumerables ocasiones. He pasado ratos, cuando no un gotero, una transfusión, en su hospital de día, al final de un largo y angosto pasillo de la planta baja. Durante estos años jamás detecté un ápice de deterioro en la actitud, atención y cuidados que nos otorgan los profesionales que allí trabajan. Esto contrasta con el deterioro casi absoluto de las dependencias. Suelos deteriorados, paredes, la propia arquitectura del lugar, la exigua capacidad para la cantidad de pacientes que allí somos atendidos, e incluso la indigna situación habitacional del despacho compartido por los médicos. Puedo asegurarles que en toda mi historia profesional, que incluye pueblos apartados de la profunda Soria, nunca he visto que la actividad médica se diese en unas condiciones de deterioro como el que reflejan las paredes del hospital de día del servicio de Hematología del Hospital Royo Villanova. Cualquier persona interesada por nuestra salud o la suya propia podría pasarse y comprobar la triste realidad de ese hospital.

Eduardo Tomás Ortega Martínez. ZARAGOZA

De Jorcas a Aguilar de Alfambra

Como el agua de la lluvia, cae la luz de la mañana sobre Jorcas (Teruel). Las gotas empapan de claridad las viejas tejas de los tejados de la parroquia de la Virgen de la Asunción de Nuestra Señora. Con su seco aliento, el otoño ha hendido las hojas que yertas y quebradizas yacen sobre la alfombrada quebrada. El río Alfambra se viste en las mejores tiendas de la naturaleza. Con un abrigo confeccionado de pétalos de chopos a topos que apenas cubre su esbelto cuerpo. Cosido con hilo de plata, de oro y de turquesas, une sus diferentes tramos dejando entrever su refrescante silueta. Bajo palacios hechos de ramas y muros de piedra seca, nos sentimos como reyes en la ruta de los chopos cabeceros que, suavemente, se incrusta en un estrecho atolladero. A nuestros pies, una crujiente alfombra dorada, que a nuestro paso alguien puso de forma apresurada. Planeando cruza, majestuosamente, el cielo un milano. Un aguilucho cenizo se para en el aire acechando a su presa sobre un campo de girasoles secos. Una calandria común nos ameniza la andada con su canto. Encima del trampolín al cañón aflorado, flanqueados por el recinto fortificado y la ermita de la Peña, nos asomamos a la espectacular herida que, con el tiempo y una caña, el río Alfambra a la tierna roca le ha propinado. Haciendo equilibrios por la cornisa de la meseta, con el viento como nuestro enemigo íntimo, arribamos a Aguilar del Alfambra sedientos. Y como colofón, terminamos nuestra epopeya con unas cervezas en nuestras manos.

Venancio Rodríguez Sanz. ZARAGOZA

La Justicia se traspasa

Cuando un negocio ya no tiene sentido, porque ya no tiene clientes o los productos que vende carecen de futuro o no existen laborales que entiendan el tema, queda delatado por un gráfico cartel que dice: se traspasa. Trasladando la idea al momento político en el que estamos cabe preguntarse si el Ministerio de Justicia debería tener en sus excelsas puertas un cartel como el citado. Los políticos gobernantes no lo quieren, sus trabajadores lo han puesto en entredicho y sus gobernantes máximos aparecen solitarios detrás del mostrador que expone unos productos que la propiedad ignora y no está dispuesta a ofrecer. Ha surgido un producto, más manejable, que el patrón utiliza con soltura por su simpleza, digital, instalado en un pomposo palacio, que solo requiere una disciplina creada para la obediencia, cuyo texto se reduce a un sí o no. Su práctica solo exige estar pendiente de un dedo que transmite el mensaje a otro dedo cuya única obligación es no equivocarse. El operador no deja de ser un autómata manejable, bien retribuido, que cada cuatro años deberá presentar su maquinaria bien engrasada que garantice los cuatro años siguientes a su maestro digital y señor. No me gustaría en estos momentos estar en la piel de la ministra de Justicia o del fiscal general del Estado. Triste dilema, verse entre la pared gobernante que les protege y la espada afilada de todos sus compañeros de profesión que de manera unánime se han expresado contrarios a la perversión de nuestras leyes, comenzando por la Constitución. Quizá deberían buscarse un nuevo puesto antes de que aparezca en su ministerio el cartel de se traspasa. Pensándolo bien, podrían pedir plaza en el Congreso, que es donde se va a traspasar la Justicia: con su experiencia, seguro que serían jefes de la dictadura digital… la que decide el voto.

Francisco Alós Barduzal. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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