Por
  • Carmen Puyó

El Muro de Berlín

Imagen de un trozo del muro de Berlín
El muro de Berlín
REUTERS

Me pregunto si a los estudiantes de hoy, muchos de los cuales no saben, porque no lo han estudiado, qué fue ETA y a qué se dedicaba, ni cuál era el régimen que había en España antes de que llegara la democracia, me pregunto, digo, si tampoco les ha entrado en sus planes de estudio qué fue el Muro de Berlín. 

De aquel muro que marcó la Guerra Fría, que separó y rompió físicamente un país y a Europa en dos mitades irreconciliables durante décadas, se cumplieron el pasado jueves 34 años de su caída. Fue construido en 1961 y fueron los propios alemanes del Este y del Oeste los que el 9 de noviembre de 1989 comenzaron, pico y pala, a hacerlo caer. Quienes fuimos a Berlín antes de la caída y vimos el Muro y hasta pasamos unas horas en el Este, pudimos atisbar lo que allí había ocurrido, imaginando tras sus alambradas a los alemanes orientales que habían muerto tratando de escapar. Pocos años más tarde, compré tres trocitos del Muro, de los que hacían acopio los más avispados para venderlos a buen precio a quienes conocíamos su historia. El aniversario de la caída del Muro de Berlín ya no tiene actualidad. Sin embargo, en esta columna me agarro a su recuerdo porque me permite recuperar aquellos años en los que la historia nos brindaba un pedazo de momento hermoso. Y porque no puedo dejar de enfrentar el entusiasmo de entonces con el desencanto de hoy.

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