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Cartas al director de HERALDO: Culpable indiferencia ante un mundo en llamas

Culpable indiferencia ante un mundo en llamas
Culpable indiferencia ante un mundo en llamas
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Culpable indiferencia ante un mundo en llamas

Se siente extraño haberse acostumbrado a los paisajes de violencia, a esas imágenes que cada día se posan sobre nuestras pantallas (las grandes, las pequeñas y las medianas), se reflejan unos segundos sobre nuestras malacostumbradas retinas y desaparecen, con indiferencia, para dar paso a otra noticia. 

Si ni la absoluta desolación y deshumanización de civiles logra arrancar en nosotros nada más que una tristeza pasajera, cabe preguntarse: ¿hemos dejado de ser humanos? Si la respuesta es positiva, y para muchos lo parece, posiblemente hayamos pasado ya ese punto de no retorno que continuamente posponemos intentando alejarnos de los males que nosotros mismos provocamos. Pero siempre hay algo de esperanza, o eso tiene que decirse uno todos los días para no romperse en pedazos. ¿Hemos sido siempre así? ¿Hubiésemos hecho algo distinto si la violencia no fuese ya parte de nuestra rutina diaria? ¿Quién tiene la culpa? ¿Qué podemos hacer? Preguntas sin respuesta que acompañan esos momentos racionales poco abundantes y que parecen no visitar demasiado a quienes toman las decisiones y tienen en sus manos la sangre de tanta gente inocente. Hasta cierto punto la culpa, colectiva, debería perseguirnos a quienes sentimos que podríamos estar haciendo algo pero que no somos suficiente, que no somos suficientes. Es desolador que estemos ya imaginando ese futuro donde nuestros hijos nos echen la culpa de no haber hecho nada y no construyendo ese mundo en el que podemos hacer algo ahora. Yo he decidido escribir, con el propósito que alguien reaccione: cantando, compartiendo, actuando, movilizándose o escribiendo también para que esto no se quede en nada y cuando tengamos que mirar atrás sepamos que esas imágenes provocaron más en nosotros que una simple indiferencia.

Darío Fernández Graziano. ZARAGOZA

La herencia de Loscertales

Leo en HERALDO dos noticias que me dejan estupefacto. Las ‘herencias’ artísticas del eximio ebanista Simón Loscertales Bona, con su empresa de Zaragoza, están siendo mal cuidadas y despreciadas. No tuvo ningún sentido que se sustituyeran las butacas del Teatro Principal de Zaragoza de Loscertales, cómodas y pequeñas obras de arte, por las actuales, minimalistas. Hasta se puede pensar que no todo fue trigo limpio. Ver las fotos con los excrementos de las palomas y la suciedad sobre ellas produce escalofríos. Que ninguna institución de Aragón haya adquirido el archivo histórico de la empresa de este artista maravilloso y que haya emigrado a Navarra resulta un insulto a la inteligencia de nuestros políticos y muestra el nivel cultural de ellos y de todos los aragoneses. Que Zaragoza se proclame como cuarta ciudad de España, por habitantes, es triste consuelo. Sevilla, Málaga, Granada, Oviedo, Bilbao... están culturalmente muy por encima de nuestra capital. Es el reflejo de lo que somos y de los que nos gobiernan. Todo esto lleva a pensar en cosas sobre nuestro patrimonio emigrado o malvendido hace años y las recientes reclamaciones. Siento tristeza e indignación.

Miguel Labay Matías. TERUEL

Estamos confundidos

El problema de España es lo confundidos que están el 90% de los españoles. Muchos se creen demócratas porque votan una vez cada cuatro años. «¿Qué más puedo hacer yo?», se dicen. Muchos creen que son buenos españoles simplemente porque si no tienen nada más que hacer, de vez en cuando, acuden a alguna manifestación organizada por el partido al que votan por costumbre sin ningún tipo de reflexión, y finalizada esta protesta, a conformarse. Para ser un buen español y un buen demócrata es imprescindible ser crítico, especialmente con aquellos a quienes has votado, y ser fiel a los principios colectivos en los que se cree y que continuamente son traicionados por tu partido. Para ser un buen español y un buen demócrata en tiempos difíciles, tienes que salir del armario o levantarte de tu cómodo sillón, y defender todos los días lo que crees que es justo para todos, no para ti solo. Aunque esto suponga perder algo de tu cómoda situación económica o social. En estos tiempos convulsos debemos estar activos perpetuamente. Si nos dormimos, puede que al despertar ¡España ya no exista!

Eduardo Félez Gutiérrez. ZARAGOZA

¿Llego a tiempo?

Me gusta la belleza, me gusta la bondad, me gusta contemplar y disfrutar, y eso es lo que busco cuando veo una película. Creo que es lo que buscamos todos. Por eso me pregunto: ¿llego a tiempo de pedir que los que reparten premios –los Óscar, los Goya, etc.– atiendan al público que acudimos al cine? Actualmente se imponen parámetros que nada tienen que ver con el arte. Necesitamos que sea una buena historia, en la que podamos reflejarnos. Pero no por la maldad, no por lo grotesco, no por la brutalidad, no por la violencia...; sí por la belleza de la imagen, sí por la belleza del amor, sí por una historia bien contada y bien filmada. No necesitamos que haya más hombres ni más mujeres, ni de muchas o pocas razas, ni que se fume o no se fume, y mucho menos necesitamos que nos muestren las bajezas del ser humano. Para eso, desgraciadamente, basta ver un telediario o leer un periódico. Queremos que la ficción supere la realidad, que nos hagan soñar, que nos hagan disfrutar, que nos hagan querer ser mejor personas, que nos hagan sacar ese héroe que todos tenemos dentro. ¿Todo lo demás? Que lo guarden en un cajón que se autodestruya como bien hace el agente 007. Que, por cierto, ¡es un hombre!

Mariajosé Bibián Lamarca. ZARAGOZA

La sopa portuguesa

Los de mi generación, que ya peinamos canas, definimos Portugal como ‘el lugar donde ir a comprar toallas, mantelerías o juegos de cama’. Ah, sí, y que cuando cantan lo hacen con exquisita melancolía. Siempre los hemos mirado por encima del hombro, quizás por estar geográficamente a nuestra espalda. Pero la península ibérica no se reconocería sin la aportación cultural, histórica y política del país vecino. Sí, política. O debería de decir ‘de higiene política’. Porque mientras en esta piel de toro asistimos a la destrucción del Estado democrático y de derecho, que no es sino la división de poderes, comprobando que un político puede arrastrarse con tal de mantener la poltrona, en el país vecino António Costa presenta su dimisión como primer ministro al ser investigado en un caso de corrupción. Repito: investigado, no condenado. En el país del fraude de los ERE o del trapicheo con terroristas, semejante acción es sencillamente inimaginable. Ignoro la receta de la sopa portuguesa. Ahora bien, no me cabe duda de que en lo relativo a salud democrática, nos la dan con honda.

Enrique Yebra Torreblanca. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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