Cercanías, oh sí, ya llega el dinero y goles veremos, ya llega el dinero de Europa, que el de América ya lo gastamos sin saber en qué. Si se ha de hacer el estadio más vale a lo grande. Goles bien inolvidables veremos, que aun el de Nayim se quedará corto, loadas sean la inédita parábola y la innumerable afición. 

Si se ha de hacer más vale hacerlo a lo grande, que sirva para todos los benditos días, como ocurre con el Pilar, el Auditorio (siempre en el recuerdo vivísimo José Manuel Pérez Latorre) y otros edificios de la muy noble, leal y ruidosa patria de las barredoras rugientes que incumplen la normativa del propio ayto que las alquila sin verificar los decibelios. Si se ha de hacer se pueden añadir utilidades led de la factoría de Miguel Fontgivell y su prodigiosa esfera de Las Vegas (faltando allí el Ebro y el Pilar se comprende que se hayan abocado al juego y otros excesos). También se puede o frecer la posibilidad de mecenazgo privado mínimo de manera que la efigie o selfi de los apoquinantes se esculpa en la magna obra según el ejemplo de la Lonja. Hay mil maneras de dar participaciones a empresas, entes varios y personas para que formen parte de un empeño (en los dos sentidos) cuyos usos trascienden el mero importantísimo fútbol que la reclama. Como escribió anteayer Miguel Gay el tranvía va petado, está a punto de reventar, así que ya pueden cesar a alguien, que la ineptitud y/o la codicia hacen estragos y el vecindario viaja espachurrado. La autovía que rodeará Huesca sigue a su ritmo geológico. Cercanías en Aragón ya.

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