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Cartas al director de HERALDO: Camas anticuadas en el hospital Clínico

Un altercado en el hospital Clínico de Zaragoza destapó el entramado fraudulento que habían montado las condenadas.
Camas anticuadas en el hospital Clínico
Heraldo

Camas anticuadas en el hospital Clínico

Estuve hospitalizado en la planta de Cardiología del Clínico y no hay palabras para expresar mi agradecimiento a la Dra. Pinilla, a su equipo y al personal de enfermería, uci y auxiliares. Dicho esto, quiero hacer constar si realmente los zaragozanos tenemos los políticos que nos merecemos o si es que viven en otra galaxia, o bien deben de acudir a la medicina privada cuando tienen un problema. 

Porque no se entiende que permitan los responsables del Salud que en este Hospital, donde tenemos lo mejor en personal, haya camas en la uci en las que tengan que ser atados los laterales con cintas y que haya que subir y bajar las camas dándole a un pedal, etcétera. Camas de los años en los que se inauguró el Hospital y que no han sido renovadas. Si esto ya es un problema no digamos cuando tienen que trasladarte a los departamentos correspondientes para hacerte pruebas médicas, pues el recorrido es un suplicio tanto para quien conduce las camas como para los pacientes, camas totalmente de hierro, que pesan lo suyo, y difíciles de conducir por los pasillos estrechos del hospital, camas que se van hacia un lado como si fueran carros de supermercado y observas el sobreesfuerzo que tiene que hacer el celador o la celadora que hace esta labor. Igual que nuestros políticos visitan lugares con foto incluida, ¿no podrían visitar los distintos centros hospitalarios de Zaragoza y ver las carencias que existen en los mismos y atender estas carencias para hacer así el trabajo más ágil y con menos esfuerzo? Y los sindicatos, tanto reclamar seguridad laboral y blablá, ¿es que no se percatan de lo que hay o es que, claro, como no les toca hacer ese trabajo no se dan por enterados? Luego hay bajas laborales por problemas de espalda y parece que eso no importa porque le pasa al otro.

Carlos Pradas Escalona. ZARAGOZA

La otra programación

Siempre he opinado que tienen muy buena calidad los actos culturales que se nos ofrecen durante las fiestas del Pilar, y suelo acudir a muchos. A nadie se le escapa la programación de los grandes recintos ni los rostros conocidos que afloran estos días por Zaragoza. Un tema de debate que suelo tener en mi entorno es si resultan atractivos o no para unas fiestas cada vez más masificadas como estas y, aunque los tiempos han cambiado, mi respuesta anual siempre dice «sí». Quisiera rescatar y reivindicar los eventos minoritarios, aquellos que, aun apareciendo en el programa oficial de las fiestas, pasan muy desapercibidos porque los medios de comunicación apenas les dan cobertura frente a los ‘grandes’ y, claro, se pierden en la nada. Un ejemplo claro es el espectáculo ‘Moonlight Serenade’, presentado por Divinas Companyia Artística en el Teatro Arbolé, de gran calidad. Música, cabaret, teatro, baile, risas, todo envuelto en un viaje lunático, son las claves para un ‘show’ que encandila a los asistentes. Hasta el domingo pueden verlo. Y deseando que regresen otra vez en el futuro.

Jorge Aparicio García. ZARAGOZA

Restaurantes: prestigio y realidad

La necesidad de alimentarse ha dado lugar a una profesión. Los restaurantes se presentan con atractivos diseños y gran prestigio. La apertura de un restaurante puede revitalizar toda una zona. Sin embargo, en la trastienda de estos establecimientos se esconde una realidad que nos transporta a tiempos pasados. Quienes se aventuran a trabajar en los entresijos de la restauración retroceden a épocas en las que el trabajo dignificaba sin tener en cuenta las condiciones laborales. El eslogan dominante es que «no hay profesionales». Lo que realmente escasea en los restaurantes es el reconocimiento del valor del tiempo, que en su día dignificó esta profesión. Este país, líder en turismo, se ha olvidado a menudo de los profesionales que hacen funcionar estos establecimientos. Se han llenado las nóminas y contratos de prestigio, pero no de salarios justos ni de derechos laborales. Los convenios se han vuelto meras formalidades que encienden los fogones donde se prepara la comida. Un limbo en el que Oliver Twist podría sentirse cómodo, sin notar que ya no vivimos en el siglo XIX. Quiero poner de manifiesto la realidad de la industria de la restauración, que, a pesar de su aparente grandeza, se tambalea debido a que ha dejado de lado a los trabajadores que mantienen en pie todo el sector.

Alberto Sánchez Vicente. CALAHORRA (LA RIOJA)

Pensionistas y autobús

Fue mi señora a renovar la tarjeta del bus de pensionista, no se la renovaron porque excedía los requisitos económicos. Resulta que esos requisitos, que los marca el SMI, no han sido actualizados desde 2018, mientras que las pensiones sí, menos mal. Esto supone un recorte encubierto a los pensionistas de Zaragoza. Si no actualizan los requisitos muchos sufriremos este recorte. Es de justicia.

Alfonso Morales Soria. ZARAGOZA

Masái Mara en el salón

Observo una escena de un viejo libro de naturaleza. Media docena de búfalos en Masái Mara ( Kenia) vigilan a su alrededor cómo varios leones y leonas se van aproximando con fines poco amistosos. Los búfalos parecen mirarse como diciendo huimos o vamos a por ellos. Cual búfalo, levanto los ojos y desde mi sofá observo también a mi alrededor a mis propios leones al acecho; el móvil, la tablet, el portátil, la Smart TV y sus infinitos canales, dispuestos a robar mi atención en la infernal espiral dopamina-placer-adicción. Y me planteo algo parecido, puedo con ellos o ellos pueden conmigo. Esta es mi batalla diaria; mi Masái Mara en el salón de mi casa.

Óscar García Lázaro. ZARAGOZA

La enfermedad mental

Una buena idea en unas malas manos, ávidas de subvenciones, recoge e inserta en la sociedad a enfermos mentales. Enfermos mentales con pensión que acuden bien dispuestos a los talleres que ofrecen. Ya tenemos bien organizado el mundo de la locura. ¿El mundo de la locura? No. Éste se nutre también de alcohólicos, drogadictos, prostitutas y personas sin dinero como yo. La mayoría no recibe ningún apoyo, por transversal que éste fuera. Así la sociedad se quita el problema de la locura y la duerme. ¿Y quién tiene la culpa? Los enfermos mentales por encerrarnos en nuestro cerco. La sociedad que evita conocer qué hay detrás de la valla llena de terror o desinterés. Y los profesionales, más al servicio de organizar actividades que garantizan su sueldo que al de los enfermos y, por lo tanto, de una sociedad necesitada de interacciones que la harían más libre e igualitaria.

Pilar Carmen Marín Serra. HUESCA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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