Por
  • Maximiliano Bernad

Una amenaza letal

Una amenaza letal
Una amenaza letal
POL

La reciente desaparición de mi buen amigo y exalumno Fernando Gurrea, que fue el primero que me contó el hecho, me ha traído a la memoria cómo, por tres vías distintas, supe entonces que Francisco Fernández Ordóñez, figura de la UCD que desembocó en el PSOE y fue ministro de Hacienda y Justicia y finalmente un gran ministro de Asuntos Exteriores, se lamentó amargamente un día en Zaragoza –era diputado por esta provincia– de cierta fatal evolución de las cosas, llegando a exclamar: "Veréis, veréis, nosotros los demócratas terminaremos en la cárcel, y gentuza como los etarras, de la mano de determinados cómplices (que ni imaginamos, dijo), llegarán a gobernar, y será el irreversible y desastroso final para España".

Poco más tarde, impresionado por el alcance apocalíptico de tan terrible presagio suyo, pude chequear con él la información, y me confirmó íntegramente su veracidad y el serio temor que sentía, argumentando que algunas cosas se habían hecho muy mal, como la ley electoral, que primaba y hoy prima en exceso –con consecuencias demoledoras para España– a los nacionalistas, y que la deslealtad, sí, esa actitud que denunció y condenó Su Majestad el Rey en su magnífico discurso del 3 de octubre de 2017, que hay quienes quieren desautorizar a toda costa ahora mismo, se había extendido por España de forma incomprensible y que él temía autodestructiva.

Los augurios funestos que hizo hace años Francisco Fernández Ordóñez sobre el
peligro que representaban los nacionalismos parecen hoy a punto de cumplirse

No pudo jamás pensar, sin embargo, el político de la Transición que accederían a la presidencia del Gobierno español, y además consecutivamente, dos personajes de tan escasos bagaje y escrúpulos como José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, pero ha sucedido, tal vez maracas y saunas de por medio. Y la sorprendentemente dormida sociedad española no parece darse cuenta de que la amenaza a la unidad y permanencia de España, y a la Corona –porque las encarna, apoya y representa–, es tan cierta como gravísima, en realidad letal, para España y los españoles, con esa dupla indisociable (amnistía y autodeterminación), tras haberla negado en muchas ocasiones tres veces un redomado especialista como Sánchez, y once de sus ministros, no así Yolanda Díaz, siempre abanderada de todo radicalismo y sonrisas huecas.

Piensen los tal vez dormidos o muy confiados lectores ("lo evitarán la UE o Estados Unidos", cuando con Von der Leyen y Biden eso es imposible) que estamos a sólo unos días de la catástrofe, y que amnistía –esta amnistía revolucionaria– y autodeterminación suponen la segura y terrorífica desaparición de España. Yo no quiero ni pensar en ‘Expaña’, no lo soporto. Como Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Joaquín Leguina, Francisco Vázquez, o José María Aznar, Alberto Núñez Feijóo y Jaime Mayor Oreja (en quienes resumo una clara mayoría absoluta de los españoles, recordando que hoy la tienen en el Congreso el PP y el PSOE). Y todo indica, además, que un individuo como Otegi puede ser en 2024 presidente de la comunidad autónoma vasca. El PNV y sus votantes se lo han ganado a pulso, pero ello no es consuelo para tal sinsentido.

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