Por
  • José María Serrano Sanz

Joaquín Costa

La escultura de Joaquín Costa a su vuelta a la plaza de Santa Engracia de Zaragoza.
La escultura de Joaquín Costa en la plaza de Santa Engracia de Zaragoza.
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Al morir Costa en 1911 le pidieron opinión a Marcelino Menéndez Pelayo sobre el personaje y contestó: "Para hablar de Costa necesitaría leer uno a uno sus libros cronológicamente". Pues más de un siglo después deberíamos seguir absteniéndonos de opinar con fundamento, porque las Obras Completas nunca se han editado. 

Es algo incomprensible, considerando su importancia en la historia intelectual y política de la España contemporánea. Pero no nos llamemos a engaño. Es en Aragón donde debe surgir la iniciativa, porque se trata de uno de los aragoneses más abiertamente identificado como tal y por tanto de los que conforman la imagen de lo aragonés. Si queremos que ésta se valore debemos actuar sobre todos nuestros puntos fuertes y Costa es uno de ellos.

El problema principal para tener una valoración clara de Costa y una imagen nítida del personaje es la confusión que hay con su inmensa y desorganizada obra. Por eso su perfil intelectual y hasta político ha resultado en ocasiones poco nítido. Para los estudiosos han primado las visiones fragmentarias, y así para unos era un jurisconsulto eminente, para otros un historiador, un sociólogo, un antropólogo o un economista, por citar solo alguno de los perfiles más recurrentes. En política fue esencialmente un liberal y, sin embargo, alguno se empeñó en darle un perfil autoritario. Urge reivindicar a Costa y para ello necesitamos sus Obras completas.

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