En la calle y sin velo

En la calle y sin velo
En la calle y sin velo
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Se acaba de cumplir un año de la muerte de Amini, una joven iraní de 22 años. Ella murió bajo custodia policial tras haber sido detenida porque el hiyab no le tapaba el cabello y el cuerpo, tal como requiere la ley iraní. 

La quema de pañuelos durante su entierro fue mucho más que una denuncia del velo obligatorio y de la discriminación de la República Islámica hacia las mujeres. Las calles se llenaron de miles de ciudadanos en todo el país pidiendo cambios en la legislación y el sistema de gobierno.

Cuando visitas Irán, sus mujeres, muy preparadas, te relatan su larga historia de protestas populares. Especialmente la revolución de 1979 que posibilitó la creación de la República Islámica. Tristemente no se han cumplido las promesas de justicia social y democracia. La esperanza de un cambio dentro del sistema se frustró tras las elecciones de 2009. Las manifestaciones del año pasado constituyeron el mayor desafío al régimen. Por primera vez en los 43 años del régimen de Irán, pedían sin ambages el final de la República Islámica. Sin embargo, un año después, la represión ha ahogado el grito de ‘Mujer, vida y libertad’, lema de la protesta.

Las manifestaciones del año pasado en Irán constituyeron el mayor desafío al régimen

Si el régimen no se tambalea, tampoco ha ganado la partida. De hecho, los gestos de desafío se mantienen. Son numerosas las mujeres que salen a la calle sin velo, para irritación de los sectores más reaccionarios. Este verano el Parlamento ha debatido a puerta cerrada un reforzamiento de la ley que impone el hiyab. Mientras, el Gobierno intenta que sean las empresas y otros establecimientos del sector privado los que, bajo la amenaza de fuertes multas, exijan el pañuelo a sus empleadas o clientas.

Al cumplirse el primer año de su muerte, activistas y ONG iraníes han denunciado la existencia de un enorme despliegue militar. A pesar de ello Teherán ha aparecido lleno de mujeres sin velo para honrar la figura de Mahsa Amini y para recordar el fallecimiento de la joven kurda. Ella se ha convertido en un icono de la libertad.

Al analizar este movimiento me gustaría pensar que las iraníes han dejado atrás el miedo. Como también se lo han quitado las jugadoras españolas de fútbol cuando la futbolista Alexia Putellas expresa su indignación en la red social a través de un tuit que va al grano del asunto con siete palabras y una mención: "Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo, compañera".

Las iraníes están intentando romper una barrera con su desobediencia a unas leyes que han institucionalizado la misoginia. Esa tendencia no parece estar revirtiéndose, a pesar de la multiplicación de medidas por parte de las autoridades para obligar a las iraníes a cubrirse de nuevo, como el uso de cámaras para identificarlas, el envío de mensajes de texto amenazantes a sus móviles o las penas de prisión o privación de derechos como el de conducir o usar las redes sociales. El Parlamento iraní tramita una nueva ley, denominada "del hiyab y la castidad", que eleva las penas por no llevar esa prenda hasta a 10 años de cárcel y generaliza castigos como la flagelación que antes se aplicaban en caso de reincidencia.

Pedían sin ambages el final de la República Islámica. Sin embargo, un año después, la represión ha ahogado el grito de ‘Mujer, vida y libertad’

Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, demanda a "la comunidad internacional no quedarse de brazos cruzados mientras las autoridades iraníes intensifican su opresión de las mujeres y las niñas". Si hoy aquí las recuerdo es porque sigo creyendo en el importante papel de los medios de comunicación. El ejemplo claro ha sido lo sucedido recientemente en nuestro país. La turbulencia mediática ha sido imposible de parar. La televisión, donde se difundieron las imágenes, el beso no consentido del presidente a una jugadora, y Twitter donde muchos se enteraron por primera vez de lo que había pasado y donde más se manifestó la indignación y la condena de dicho gesto. Este hecho ha servido para poner el enfoque en las pequeñas agresiones que las mujeres sufren a diario. Todas estas prácticas que una parte de la sociedad aún no reconoce como problemáticas.

En Irán son las mujeres que siguen luchando buscando su libertad, con cohesión y confianza en las nuevas generaciones. Siempre, ante estos hechos, recuerdo cómo Clara Campoamor, lúcidamente, señalaba: "La libertad se aprende ejerciéndola".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Pilar de la Vega)

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