Sánchez y la ‘Diada’ menguante

Sánchez y la ‘Diada’ menguante
Sánchez y la ‘Diada’ menguante
Lola García

Pedro Sánchez es presidente del Gobierno de España desde el 2 de junio de 2018 (y sucesor de sí mismo con ayuda de Podemos desde el 8 de enero de 2020). Presume de todo. Si Zapatero dice que gracias a él desapareció ETA, Sánchez se atribuye la ‘pacificación’ de Cataluña. 

Exhibe su sabio plan y los movimientos de sus piezas (figuras, como Illa, Iceta o Batet; peones, como Castells y Subirats). Cataluña, repite, está gracias a él mejor que en 2017.

Hay quien niega este aserto arrogante. La enfermedad separatista catalana es crónica e incurable, pero no tiene por qué ser letal o incapacitante y entró en fase declinante mucho antes de que el estadista Doctor Sánchez pusiera en marcha sus terapias. Había actuado primero un buen equipo gestor del morbo que contaba con personas como Lamela, Llarena, Marchena, De los Cobos, Zaragoza, Cadena o Madrigal. Fue baja (deontológica) Bal, sustituido por la dócil Seoane (por obra de la oscura Consuelo Castro, en diciembre de 2018 y ya a las órdenes del Doctor).

Los fármacos que aquietaron a aquel separatismo vociferador y con pujos de violencia no tienen, pues, nada que ver con Sánchez. Nada en absoluto.

El 6 de septiembre de 2017, el parlamento catalán vota una ley de referéndum, en ausencia de los partidos de la oposición (Cs, PSC y PP). Puigdemont convoca un llamado referéndum separatista para el 1 de octubre. Al día siguiente, el Tribunal Constitucional (TC) suspende la convocatoria, por anticonstitucional. Las siguientes medidas separatistas ilegales también son anuladas por el TC (días 12 y 17), que niega la existencia de un derecho de autodeterminación. La Guardia Civil, en consecuencia, detiene a catorce implicados (día 20), acólitos de Puigdemont y Junqueras, y busca pruebas de cargo en sedes oficiales. Los jueces ordenan clausurar los locales habilitados para el referéndum ilegal (27) y, ante la pasividad de la policía autonómica, la Policía Nacional y la Guardia Civil ocupan algunos locales y cargan contra quienes se resisten por la fuerza. El día 3, Felipe VI califica los hechos de muy graves y defiende el Estado de derecho y la autonomía catalana.

El día 10, Puigdemont se declara depositario del mandato del pueblo para hacer de Cataluña una república, pero suspende su cumplimiento para lograr un acuerdo con el Estado. El jefe separatista, perdido el rumbo, decide convocar elecciones (día 26) por no atreverse a declarar la independencia y se retracta en pocas horas, pues teme que Rajoy aplique el artículo 155 de la Constitución, que le permite sustituir en todo o en parte a las autoridades autonómicas que incumplan manifiestamente con su deber. Al día siguiente, los diputados separatistas declaran la independencia de Cataluña y el Gobierno, con la aprobación del Senado (incluidos los votos socialistas), destituye a Puigdemont y a sus consejeros. El jefe separatista huye por la noche a Bélgica el 29, metido en el maletero de un coche.

El Estado de derecho (más y mejor el poder judicial que el ejecutivo) decidió en 2017 dar señales de existencia en Cataluña, lo que al poco tiempo actuó como un sedante

Cómo bajar la fiebre

A la mañana siguiente, la Fiscalía General del Estado presenta querella en la Audiencia Nacional contra Puigdemont y sus consejeros por rebelión, sedición y malversación; y en el Tribunal Supremo (TS) contra Carme Forcadell y la mesa del ‘Parlament’ por permitir el trámite separatista. El TC anula la Declaración Unilateral de Independencia y cuanto conlleva. La juez Lamela (2 y 3 de noviembre), decreta prisión para los huidos y otros siete jefes separatistas, incluido Junqueras, vicepresidente socio de Puigdemont y jefe de Esquerra Republicana. El Estado se asoma al escenario y los separatistas se lo van pensando. El día 9 el ‘Parlament’ acata el artículo 155, su presidenta Forcadell queda presa con fianza de 150.000 euros (que pagan ya mismo) y el juez Llarena asume toda la causa (día 24), mientras Lamela investiga las responsabilidades del jefe de los ‘mozos’ (Trapero). Alerta grande.

El 21 de diciembre, Ciudadanos es el partido más votado por los catalanes. El 30 de enero de 2018 el esquerrista Torrent, que teme al TC, niega la investidura presidencial a Puigdemont. El 17 de febrero, Anna Gabriel huye a Suiza. En marzo, se fuga Marta Rovira y Puigdemont es detenido en Alemania (liberado en abril). El 23 de marzo, Turull, Forcadell, Romeva, Bassa y Rull entran en prisión y se procesa a veinticinco dirigentes. El 27 de junio se les acusa de rebelión, malversación y desobediencia. Los humos bajan.

El 10 de julio Llarena declara en rebeldía a los huidos e inhabilita a los siete cabecillas más notorios. El 2 de noviembre, la Fiscalía pide cárcel para los procesados (serán condenados al año siguiente). Baja mucho la fiebre. (A Artur Mas se la quita del todo una buena multa por malversador. Sánchez, en esos días, acusa a esta gente de rebelión y repudia que un político indulte a otro).

En 2014, hubo 1,8 millones de quejosos en la ‘Diada’. En 2019, ya apenas 600.000 (y sin pandemia). Sánchez dice hoy que se le debe la desinflamación. Es un figura.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Guillermo Fatás)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión