Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Espectáculos de aclamación

Imágenes del funeral de Silvio Berlusconi en Milán.
Imágenes del funeral de Silvio Berlusconi en Milán.
Agencias

La nuestra es la civilización del espectáculo. Su abanderado en política fue el ínclito Berlusconi, fallecido esta semana. A lomos de sus televisiones, engatusó a muchos italianos en un alarde de vulgaridad, desfachatez y machismo. Con ‘Il Cavaliere’ y sus sucesores (Trump o Boris Johnson), la política ha entrado en la senda del ‘show’. Su consigna ex taxativa: hay que provocar, para regocijo de los tuyos y para enfado de los otros. «Espectáculos de aclamación», lo ha llamado Habermas.

También esta semana, Vox ha elegido por sorpresa a un torero retirado para convertirlo en vicepresidente de la Comunidad Valenciana. No tiene experiencia de gestión pública y su único mérito político es haber figurado en el séptimo puesto en la lista municipal de Valencia. Aunque no logró ser concejal, ahora consigue ser el ‘número dos’ del gobierno autonómico. Parece ser que en el PP se les han puesto los pelos de punta, pero a Abascal le ha dado pie a bromear: le parece «fabuloso» que un torero sirva para «dar la puntilla al gobierno nefasto que ha habido en Valencia». El nombramiento es insólito, pero tiene su lógica. Si Vox es un partido extremista tiene que ser consecuente y hacer gestos excéntricos y ruidosos. Ya lo hizo antes Pablo Iglesias (Podemos).

Al fin y al cabo, la ética en política también es una rama de la contabilidad. Colocas en una columna las críticas y en la otra los votos, y si salen más votos que reproches, la provocación deja de ser una desfachatez para convertirse en una inversión.

¡Viva el espectáculo y que Berlusconi descanse en paz!

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