Por
  • Inocencio F. Arias

¿Sánchez en la OTAN?

Sánchez atiende a los medios a las puertas de la Casa Blanca
Sánchez atiendió a los medios a las puertas de la Casa Blanca
Reuters

No sabemos si inspirada por la máquina intoxicadora monclovita ha surgido la especie de que nuestro presidente, Pedro Sánchez, puede ser el próximo secretario general de la OTAN. Lo probaría que la organización haya pedido al secretario actual, el noruego Jens Stoltenberg, que permanezca en el puesto unos meses hasta ver el resultado de la elecciones españolas. 

Parece ciencia ficción urdida por un periodista amiguete, pesebrero o fanático de la primicia. Stoltenberg, que lleva nueve años en el puesto, ya anunció que lo dejaría bastante antes de que Sánchez decidiera convocar elecciones. La premisa, pues, es falsa.

Leo, por otra parte, que Sánchez está muy bien posicionado por su relación especial con Biden. Como prueba se aduce, hay analfabetos muy osados, que Sánchez incluso ha roto relaciones con Argelia por la presión de Estados Unidos. Gran memez. Sánchez no ha roto con Argelia, es Argelia quien ha roto con Sánchez considerándolo enemigo número uno internacional por decir que el Sáhara debe ser marroquí. Algo sacrílego para cualquier político argelino.

No hay que olvidar que el amor de Biden por Sánchez –no digo que lo deteste– es relativo. Ha tardado más de dos años y medio en recibirlo y, cuando lo ha hecho, le ha concedido 45 minutos y lo ha dejado solo para la rueda de prensa, que el español dio al aire libre al lado de donde aparcan los coches. ¿Trata Biden de forma parecida a Macron? Nuestro presidente es un peón secundario y no hay que ofenderse, ni menos aún sacar pecho predicando su papel estelar en las relaciones internacionales.

Y esta es la madre del cordero. ¿Es Sánchez un candidato tan deslumbrante que la OTAN va a esperar unos meses porque es el líder ansiado por todos? La idea es grotesca. No digo que haga el ridículo fuera, pero tiene un perfil gris, no deslumbra precisamente si uno oye a periodistas o diplomáticos europeos u otánicos. Biden, el factótum para el nombramiento, le concedió el tiempo que he mencionado y en las consultas sobre la guerra de Ucrania lo ha sistemáticamente ignorado, no ya en beneficio de Scholz, Macron o el británico del momento, lo que tendría lógica, sino incluso convocando al polaco o a la italiana.

Se está especulando con la idea de que Pedro Sánchez pudiera convertirse en el
próximo secretario general de la OTAN, pero la realidad es que el presidente
del Gobierno español tiene muchos puntos en contra para aspirar a ese cargo

No menos importante es algo obvio. Habrá no pocos candidatos a la mano de la OTAN. El argumento de que los dos últimos secretarios han sido nórdicos, danés y noruego, y ahora la toca al sur lo que privilegia a Sánchez es muy endeble. ¿Por qué entonces no le tocaría a Italia cuyo ultimo secretario cesó en 1971 (hubo otro interino que duró tres meses)? Un diplomático me dice que ha habido varios de Gran Bretaña, Países Bajos y Bélgica, creo que tres británicos y holandeses y dos belgas, mientras que España sólo ha tenido a Solana, por lo que, añade con sorna, muy bien podrían adjudicarnos el chollo ahora. Otro amigo razona incluso que Solana encabezó manifestaciones con el lema ‘OTAN, no’ y luego desempeñó el puesto con convicción durante años. Cierto, y admito que el pecadillo original más grave de Sánchez, hablar en su programa de suprimir el Ministerio de Defensa, algo horrendo para un otánico o un militar norteamericano, puede ser olvidado a pesar de ser reciente. Con todo, la cuestión está en los posibles rivales. Alemania sólo ha tenido un secretario general y la señora Von der Leyen sería una excelente candidata. Y hay varios aspirantes entre los antiguos vasallos de Rusia. Polonia y alguno de los bálticos pueden tener varias papeletas de la rifa. Sobre todo, colijo, si es mujer. Nunca la ha habido en ese cargo.

La clave es la fiabilidad entre los 31 miembros. Pontificar en política es arriesgado, pero dudo de que Sánchez saliera adelante contra otros de las naciones aspirantes. Haber gobernado con comunistas no le favorece. Su solvencia y coherencia serían asimismo condenadas por algunos, que sólo gaste en defensa el 1% del PIB, cuando debería invertir el doble, que mire para otra parte cuando Marruecos le espía telefónicamente mientras Macron abronca al monarca marroquí en situación parecida, sus giros legales con los independentistas… no lo hacen fiable para algunos.

Y por último, papá Biden, entre tropiezo físico y tropiezo, debe ya tener ‘in pectore’ al favorito.

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