El caso Vinicius

Vinícius alertando de que le habían llamado "mono" desde la grada
El caso Vinícius
PABLO MORANO

La lucha contra los insultos -racistas y no racistas- en los campos de fútbol lleva un camino demasiado lento. En horario infantil, hordas de incívicos lo mismo han gritado en los estadios "una explosión de goma 2 y que le den por el c... a Aragón", "Lafita, muérete", "sois españoles y sois hijos de p...", que han vejado a los jugadores negros del equipo rival equiparándolos a los monos. 

Desde hace lustros, la comisión antiviolencia trabaja para erradicar estas conductas. Los clubes, que en muchas ocasiones eran tolerantes e incluso jaleaban a sus aficionados radicales, han dejado de mirar para otro lado.

En la temporada 2005-2006, el Real Zaragoza fue multado por los insultos racistas contra Eto’o, aunque en 2011 se dejaron sin sanción los cánticos de "Ea, ea, ea, Puerta se marea" en el Vicente Calderón, una burla macabra por la muerte súbita del futbolista sevillista. Pero las cosas han ido cambiando. El cierre del Mestalla, el estadio del Valencia donde se corearon gritos racistas contra el madridista Vinicius, significará seguramente un cambio en la estadística que dice que siete de las nueve denuncias por hechos similares han sido archivadas. El caso del jugador brasileño, conocido por su juego, por sus provocaciones y porque se ha plantado ante sus hostigadores, ha suscitado atención internacional y debe servir para que los protocolos se apliquen más severamente.

Justamente porque España no es un país racista -lamentablemente tiene una minoría ruidosa que sí lo es y que abochorna al resto- la respuesta ha sido contundente.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Encarna Samitier)

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