jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

A cinco días del 28-M, hay partido

Jorge Azcón y Javier Lambán, en la campaña electoral.
Jorge Azcón y Javier Lambán, en la campaña electoral.
PP/PSOE

El éxito o fracaso de una campaña electoral se conoce cuando el presidente jura el cargo. Y no siempre se corresponde el rédito electoral con el trabajo que ha llevado a cabo el candidato. 

Los que gobiernan se centran en vender su gestión, cuando es buena, y los que les disputan el poder, en desacreditarla. La estrategia a seguir la fija el cabeza de lista, que estampa su impronta en el estilo de la campaña.

Pocas veces se han enfrentado por la Presidencia de Aragón dos ‘animales políticos’ del fuerte talante del socialista Javier Lambán y el popular Jorge Azcón. Cuando hablan les escuchan, tanto dentro de la Comunidad como fuera, aunque sea en Aragón donde escenifican su máxima competencia. Y en un escenario político complejo, con máximo equilibrio entre bloques ideológicos y en las opciones de gobierno, se han echado sobre los hombros la campaña. Cada cual con su estilo, controlando las formas. 

Lambán exprime su perfil institucional y se centra en encuentros sectoriales, mientras recorre el territorio arropando a sus candidatos. No se ha dejado arrastrar hasta ahora al terreno embarrado al que han intentado empujarlo.

La visceral campaña del PP choca con la del PSOE, más sosegada

Arriesga más Azcón, que reparte su tiempo casi a partes iguales a ‘vender’ su proyecto y a desacreditar al cuatripartito. En su guerra abierta contra el sanchismo, se deja llevar por las polémicas nacionales. Y no le va mal. Que en el PP piensan que Aragón se teñirá de azul el 28-M se nota en la constante presencia de los dirigentes populares. Vuelve Alberto Núñez Feijóo hoy a Zaragoza, en su tercera visita a Aragón en dos semanas.

La visceral campaña del PP choca con la del PSOE, más sosegada e ideológica. Dos estrategias tan distintas como la noche y el día, sin tener garantías de que la más efectista vaya a ser, al mismo tiempo, la más efectiva. Al candidato le corresponde elegir entre la razón, el voto ideológico que permite retener a los fieles y el corazón, el visceral que se usa para captar al contrario. Con sus pros y sus contras.

El equilibrio entre los bloques ideológicos confirma que en Aragón hay partido. Lo que no es poco, a cinco días de la cita con las urnas y tras la implosión del centro político en plena precampaña. Mientras Feijóo reclama que gobierne la lista más votada y desde el PP-Aragón se apela al voto útil "moderado" y "sensato", en el PSOE confían en el voto «oculto». Pero ¿y si la sorpresa viniera de fuera? Con el fin del voto rogado, los aragoneses en el exterior podrían decantar la balanza con sus 40.000 papeletas. Ahí es nada.

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