Redactor de Cultura de HERALDO DE ARAGÓN

Zapater, por no decir adiós

Zapater celebra un gol en la Romareda.
Zapater celebra un gol en la Romareda.
Oliver Duch

Ya sabemos que ningún equipo de fútbol, sea cual sea su categoría, es una sociedad filantrópica. 

En este contexto quizá haya que entender que hayan invitado a Alberto Zapater a irse. El jugador lo ha sido casi todo en este deporte y todo en un club que ya lleva dos décadas a la deriva y fuera de su sitio natural. A Cordero y Escribá no les ha temblado la mano y le han dicho al centrocampista que su adiós ya había llegado. Ellos sabrán, son los nuevos aviadores y quieren sembrar la pista de ilusiones. Por gratitud y por sentimientos e incluso por su bajo coste, los aficionados le habrían dado una campaña más. Lo cierto es que Zapater es un futbolista que siente los colores, que se ha reinventado a sí mismo tras tantas lesiones y siempre ha mostrado su pasión por el club. Desde chaval allá en Ejea, venía con su padre a La Romareda y vivía los partidos como si no hubiera un mañana. Llegó al primer equipo y lo dio todo en su primera época, de 2004 a 2009, hasta que alguien creyó que a sus 24 años, en plenitud, no era jugador para el equipo. Vivir para ver. Recordamos sus lágrimas tras el descenso: aquel llanto sentido de impotencia aún nos inunda. Salió por el mundo a buscarse la vida y volvió con humildad en 2016 para culminar un sueño aplazado.

Zapater ha sido siempre un futbolista de club. Hasta la médula. Aquí había dejado la impronta del profesional que conoce su oficio, ha sido solidario con sus compañeros, posee un carisma sin aspavientos. Es cercano, cariñoso, cómplice y también tímido. Nunca ha ido de nada. Ha pasado este valle de lágrimas de la Segunda División con categoría: se ha esforzado y ha sido un ejemplo de profesionalidad. ¿Qué será Franco Serrano cuando adquiera el golpeo de balón de Zapater? No ha sido Busquets (otro que se va, como Nadal, como Ona Carbonell), pero ha sido el medio de más aire y ambición, colocado, un capitán en lo visible y en lo invisible. Podría haber estado una temporada más y su concurso no iba a chirriar. Posee orgullo, decisión y compromiso, y se ha curtido en mil batallas y unas cuantas decepciones. Es un espejo en el vestuario que da seguridad y confianza a los jóvenes y conecta a los que vienen con la llama de la historia y sus nueve títulos. En la estela de Violeta y Aguado, Zapater forma parte ya de nuestro álbum de cromos favoritos con leyenda. Otro gran capitán.

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