Paneles solares o soberanía alimentaria

Paneles solares o soberanía alimentaria
Paneles solares o soberanía alimentaria
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A qué estamos apostando? ¿A convertir nuestros campos en un inmenso espejo sembrado de esos girasoles artificiales que son las placas solares produciendo una de esas energías que llaman limpias? 

Y, ¿qué espacio le vamos a dejar al campo de cultivo, a la huerta, a la agricultura productiva y a la ganadería que nos proporcionan eso tan importante que es la soberanía alimentaria? ¿Cuántas hectáreas de chapas solares vamos a sembrar por todo el país en detrimento de lo que siempre ha sido la base de nuestra despensa? ¡Qué bien trabajan los ‘lobbies’ eléctricos ofreciendo rendimientos sin esfuerzo a cambio de ocupar miles de metros cuadrados dejando yermos los campos, poblándolos de quijotescos molinos con la anuencia de los grandes oligopolios y la complicidad de quienes hacen de las puertas giratorias nueva profesión de lealtades inconfesables!

Europa no se atreve a adoptar en serio una política energética que garantice en el futuro la demanda creciente de energía que se va a producir. ¿Qué pasará cuando millones de automóviles se enchufen a una escuálida red de suministro eléctrico, si es que de verdad en unos pocos años el parque automovilístico europeo se convierte al coche eléctrico, enchufable y consumidor permanente de un plus de energía eléctrica?

Las economías occidentales van a necesitar enormes fuentes de energía para atender no ya a su crecimiento sino al simple tirón de la demanda. Pero hemos demonizado la energía nuclear, como si la vida misma no estuviese llena de riesgos y cataclismos. Hay un profundo debate en el seno de la Comisión Europea sobre cómo afrontar y resolver las crecientes necesidades de energía, sin perder de vista que si bien es importante la independencia energética no lo es menos la soberanía alimentaria. ¿Hay, quizá, una cierta incompatibilidad entre ambos aspectos? ¿Hasta dónde la proliferación sin control de las energías renovables va a afectar a la estructura agraria de nuestro país?

La transición energética requerirá aumentar la producción de electricidad, pero no podemos sacrificar la producción de alimentos a las placas fotovoltaicas

Por eso ha sido muy acertada la decisión del Ayuntamiento de Zaragoza de prohibir instalar plantas fotovoltaicas y parques eólicos en la huerta de regadío de los alrededores de la ciudad. Demuestra una inquietud y una sensibilidad que no debiera pasar desapercibida para otras administraciones, y supone una apuesta por la soberanía alimentaria frente a la obtención de un cuantos kilovatios más de energía que muy bien podrían obtenerse de otras fuentes si fuéramos entre todos capaces de sostener un debate serio, profundo y sosegado sobre el futuro de la energía, enterrando viejos dogmas y muletillas.

Claro que Europa también tendría algo que decir y liderar abiertamente una apuesta por la energía del futuro. Seguimos soportando el riesgo nuclear que nos puede llegar de unos pocos kilómetros; vamos a seguir siendo una isla energética deficitaria; estamos destruyendo el paisaje; nos estamos cargando huertas y secanos… ¿En qué estamos pensando? ¿A qué apostamos?

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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