Por
  • Mario San Miguel Amo

Treinta años de una gesta en Bosnia

Ceremonia de despedida en Huesca de un grupo de militares destinados a la ex Yugoslavia en 1995.
Ceremonia de despedida en Huesca de un grupo de militares destinados a la ex Yugoslavia en 1995.
Javier Blasco / HERALDO

Se dice que un periodista no tiene que saber, sino saber quién sabe. Y mi compañero, el magistrado Javier Oliván, hombre instruido, leído y documentado, me dice desde hace años que José Luis Monterde es nuestro último gran héroe militar aragonés. 

Y bajo esa afirmación, quizá un poco excesiva, creo que es objetivamente justo recordar la gesta que hoy hace treinta años protagonizó en Bosnia un buen amigo mío, independientemente del afecto que nos tenemos.

En aquel momento nos encontrábamos, como hoy, horrorizados con las imágenes de una guerra que mostraba toda su crudeza en nuestra Europa y, al tiempo, se ponía en marcha la primera misión internacional de paz de envergadura de nuestras Fuerzas Armadas.

El entonces joven capitán de la Legión formaba parte del destacamento desplazado a la ex Yugoslavia y al poco de llegar a los Balcanes, mientras escoltaban los convoyes de Acnur con ayuda humanitaria, sucedió algo que marcaría su carrera y supondría al tiempo un hito para nuestra historia militar.

Aquel 25 de abril de 1993, lo narró de esta manera el propio Monterde con motivo del 25 aniversario en una publicación del Ministerio de Defensa:

«Salimos a las 5.30 de la mañana (…). No llevábamos en marcha ni 45 minutos cuando nos encontramos el camino bloqueado porque los musulmanes estaban atacando un pequeño pueblo croata. Los defensores habían mantenido la línea y estaban evacuando a todo el personal civil hacia la zona del río. Al vernos, nos pidieron ayuda y protección para que los civiles no cayeran en manos de los musulmanes. Nos comunicamos con nuestro mando principal en Jablanica y ellos a su vez con Medjugorje, y se nos ordenó asegurar la zona, mantener la posición y en la medida de nuestras posibilidades dar protección y no entregar a nadie. Accedieron a la zona donde nos habíamos colocado y nos exigieron que les entregásemos a todo el personal bosniocroata, civil y militar. Teníamos que cumplir nuestras órdenes, pero sólo disponíamos de cinco vehículos para proteger a más de 200 personas. La situación era muy tensa, así que entablamos conversación con los jefes musulmanes, que nos tenían rodeados. Estaban muy exaltados porque venían de un combate cuerpo a cuerpo, así que teníamos que tranquilizarlos para evitar el enfrentamiento. El tiempo pasaba. Sabíamos que desde Naciones Unidas se estaba negociando con croatas y musulmanes (…) Por fin, pasadas las seis de la tarde, se llegó a un acuerdo».

Lo que la modestia de José Luis Monterde le impide relatar es que, en esas doce largas horas, las amenazas de muerte a él y a sus compañeros fueron constantes a fin de que entregaran a los civiles que protegían, y que su firmeza y determinación fueron las razones por las que pudieron salvar su vida las más de 200 personas que se encontraban en ese momento bajo su amparo.

Sin embargo, aquel hecho al que suele quitar importancia nuestro hoy coronel Monterde, ha quedado marcado como uno de los hitos más destacados de aquella contienda, tanto para el pueblo croata como para nuestro propio Ejército.

Y quienes tenemos la suerte de conocerlo, sabemos que esa entrega, excelencia y vocación se han mantenido en su ser y hacer en cuantos destinos y misiones le han sido encomendadas en el ejercicio de sus funciones, en nuestro país y fuera de él, a lo largo de las tres décadas transcurridas.

En un tiempo en que la guerra vuelve a estar tan cerca de nosotros, y la sinrazón vuelve a ser protagonista cada día en Ucrania, creo que es bueno recordar el papel que nuestros militares han realizado y realizan para lograr paz y salvar vidas muy lejos de nuestras fronteras.

La hazaña de José Luis Monterde ha sido a lo largo de estos años recordada y difundida en publicaciones y redes aunque, como en muchas otras ocasiones, no hayamos destacado el origen aragonés de su protagonista.

Por eso, en este 25 de abril debemos recordar y homenajear a uno de los nuestros por su ejemplar actuación en la historia reciente de Europa. Es un orgullo para todos y traerlo hasta el presente es de justicia.

Mario San Miguel Amo es periodista

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