Ana Obregón, este miércoles en el 'Hola!' con su nieta Ana Sandra en brazos.
Ana Obregón, en el 'Hola!' con su nieta Ana Sandra en brazos.
'Hola!'

Pocas veces una noticia ha hecho correr tanta tinta. Porque se trata de una noticia que puede ser de política, de ideología, de ética, de religión, de ciencia-ficción y, por supuesto, de programas del corazón. Empezando por el final, ha sido el gran acontecimiento informativo en España

Desde luego, todas las revistas y programas cardíacos han hecho su agosto. Y Ana García Obregón ha puesto de manifiesto las contradicciones del ser humano ante la vida y la muerte. Y con la tranquilidad de quien cobra un día su buena pasta por enseñar a sus hijos (sean suyos de forma natural o subrogados), y otro día se enfrenta a los periodistas.

Por si no tuviéramos suficiente con la realidad virtual y con el metaverso, lo de este bebé-probeta, que sustituyó a la cigüeña por encargo, ya ha acabado por marearnos. Y es que además estamos hablando de lo más profundo del ser, que no vamos a saber si será hombre o androide. O quizás simplemente robot. La ‘Inteligencia artificial’ de Spielberg se ha quedado corta. Por no hablar de la controversia religiosa en una familia de la que se conoce su afinidad al catolicismo más integrista. Es curioso que en los últimos tiempos la Iglesia de Francisco esté más cerca del pensamiento izquierdista. El mundo clerical no se ha manifestado claramente ante esta novedad ética. Le ha pillado con el paso cambiado.

Lo mismo ha ocurrido en el campo político. Porque lo que en principio pertenecía a ese mundo de las novedades científicas llamadas ‘de progreso’, rechazadas siempre por la Iglesia y por las derechas, no ha encontrado más que un enorme vacío ético. Hasta Feijóo y Sánchez no saben dónde posicionarse. Porque hacía décadas que no se hablaba tan descaradamente de que los opulentos tienen derecho a romper las normas no escritas de la naturaleza, excusas de las normas religiosas, que en otro tiempo eran de ley.

Así como en los años sesenta y setenta, la Teología de la Liberación dio quebraderos de cabeza a la Iglesia de toda la vida, hoy es la élite curial y así la que tiene enfrente al mismo papa. Los curas –muchos, admirables en su ayuda a los necesitados– adoptan hoy, en general, una postura más conservadora. En fin, todo el mundo tiene derecho a cambiar, como la monja Ana (Silvana Mangano) en el ambiguo film de Lattuada, cuando antaño cantaba en el cabaret "ya viene el negro zumbón".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Mateos)

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