Por
  • Javier Hernández García

Menos infancia, con más problemas

Imagen de archivo de un comedor escolar.
Menos infancia, con más problemas
P. F.

El pasado martes entregamos al presidente de las Cortes de Aragón, Javier Sada, el informe anual del Justiciazgo sobre la infancia y la adolescencia aragonesas, el último informe que el equipo del Justicia Dolado realiza dentro del plazo de cinco años del mandato legal para el que fue elegido en abril de 2018, y que el próximo día 19 llegará a su fin.

Ha sido la infancia y la adolescencia uno de los grupos de población, dada su especial potencialidad de vulnerabilidad, en el que desde un primer momento Ángel Dolado se propuso centrar gran parte de su programa, y sinceramente creo que así ha sido. El trabajo intenso en esta materia en este lustro es muestra de ello, y se plasmó formalmente en noviembre pasado cuando se constituyó en la sede del Justiciazgo la Oficina de la Infancia y la Adolescencia, que debe servir de futuro, y ya sirve de presente, para cumplir con el mandato de defensa de nuestra infancia y adolescencia que la propia ley del Justicia nos impone, pues no dejan de ser nuestros menores unos ciudadanos con los mismos derechos que el resto de la población, pero también y de forma más particularizada la ley de infancia y adolescencia de Aragón, que en su artículo 8 sitúa al Justicia de Aragón como el garante y protector de los derechos de nuestros niños, niñas y adolescentes.

Cada vez nacen menos niños en nuestra Comunidad y en determinadas comarcas
la población de menores representa solo el 0,5% 

El antiguo informe del Justiciazgo sobre menores se ha convertido en los últimos años en un referente de la situación de nuestra infancia, tras incorporar a la memoria de inspección de los centros de acogida y reforma dependientes de la Administración a la que nos obliga la ley, y en el reflejo que en este sector de la población tienen las quejas ordinarias presentadas, con un aumento este año del 20%, pero sobre todo, y gracias a la colaboración del Instituto Aragonés de Estadística, en un análisis con base objetiva de la realidad en que nuestra infancia y adolescencia viven en el Aragón de hoy.

Y es de este análisis del que extraemos algunas conclusiones nada optimistas. La principal es que cada vez nacen menos niños y niñas en nuestra tierra, y empieza a ser muy alarmante que en determinadas comarcas la población de menores represente únicamente el 0,5%, y que en la última década la población de un año ha disminuido el 30%. No es que se esté despoblando Aragón, es que quizás estamos desapareciendo los aragoneses.

Otra de las cuestiones que nos preocupa sobremanera a la vista de los datos incluidos en el informe es que en 2021 nos congratulábamos de que el índice de pobreza infantil en Aragón estaba muy por debajo de la media nacional (habría que reflexionar sobre ese ‘congratularse’ cuando seguía existiendo pobreza infantil), los datos de 2022 nos dicen que la pobreza infantil en Aragón ha aumentado, y aunque ciertamente seguimos por debajo de la media española, cada vez nos acercamos más a ella. Y es que la cuarta parte de las familias aragonesas con menores no pueden afrontar un pequeño gasto extraordinario, y que en muchos casos la comida conseguida por la beca de comedor escolar es la única que muchos pequeños hacen. Y ello en una población infantil cada día más menguante, con comarcas en que empiezan a ser nuestros pequeños casi una ‘especie en vías de extinción’.

No es que se esté despoblando
Aragón, es que quizás estamos desapareciendo los aragoneses

En el Justiciazgo estamos convencidos que nuestros menores tienen mucho que aportar, que por ello hay que oírlos, o mejor, escucharles, como vienen haciendo nuestros técnicos en las reuniones con los chavales acogidos o en reforma cuando visitan los distintos centros, o como haremos hoy en las II Jornadas de derechos de los niños y las niñas, en las que ellos serán los que tengan mucho que contarnos a nosotros sobre su visión de esta sociedad que les hacemos heredar.

Los niños y niñas de Aragón, y aquellos que viniendo de otros territorios han pasado a serlo y con ello a permitir que mantengamos un inestable equilibrio demográfico (si tenemos 1.725 menores menos, la población en dicha franja de edad proveniente de otros países se ha incrementado en 335), son el futuro de esta tierra, de eso no cabe duda, pero lo que quizás debemos preguntarnos es si realmente les estamos dejando nosotros un futuro.

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