Más allá de que buena parte de los enclaves turísticos aragoneses hayan rozado el lleno en estos primeros días de abril, la celebración de la Semana Santa 2023 ha sido en su conjunto un entusiasta encuentro social en torno a la cultura, las tradiciones o la fe. Toda la Comunidad se ha llenado de procesiones y representaciones, de cofradías y costaleros, de tambores y trompetas, de jotas y saetas que han roto el silencio para rendir homenaje a las figuras que cuentan la historia de la Pasión de Cristo. Las calles de las ciudades y los pueblos se han llenado de gentes con ganas de participar o ser testigos activos de un conjunto de celebraciones vinculadas a las raíces católicas de nuestra civilización y a su imponente riqueza cultural. La religión forma parte de la vida privada de cada cual, pero las administraciones deben seguir respaldando el esfuerzo de muchos ciudadanos que cuidan nuestras tradiciones con un esmero meticuloso y una maestría muchas veces deslumbrante.

Solo la lluvia caída durante el Pregón pone una pequeña sombra al éxito de la Semana Santa zaragozana. Todas las cofradías han podido salir a la calle y lo han hecho rodeadas de fieles, curiosos y turistas. Además, se ha estrenado nuevo patrimonio artístico que ha lucido con brillantez. La excelente meteorología ha propiciado que miles de personas hayan blindado día a día los recorridos procesionales para disfrutar de la vitalidad de unas antiquísimas formas culturales. De hecho, se trata de la segunda celebración social más multitudinaria, después de las Fiestas del Pilar, y con un impacto económico de unos 29 millones de euros.

Después del doloroso lapsus generado por la pandemia de la covid, la Semana Santa ha vuelto a sobresalir en Aragón y en toda España como un poderoso imán humano por la vitalidad de sus tradiciones culturales.