Por
  • Francisco Alós Barduzal

El metaverso y el urbanismo

La vista del monumento al Justicia, en la plaza de Aragón de Zaragoza, 'enmarcada' por las paradas del tranvía.
La vista del monumento al Justicia, en la plaza de Aragón de Zaragoza, 'enmarcada' por las paradas del tranvía.
José Miguel Marco

Metaverso es una nueva palabra compleja que se refiere a «un nuevo ecosistema virtual y tridimensional en el que los usuarios pueden interactuar entre ellos, trabajar, jugar… entre otras muchas posibilidades», que «nos permitirá realizar actividades cotidianas… reunirnos con amigos, asistir a conciertos… sin estar en ellos… e influir en el entorno».

 Es decir que podremos, entre otras cosas, prever un futuro sin que materialmente esté realizado, ni siquiera iniciado. Por ejemplo, cómo será la ciudad que estamos construyendo, sin poner un ladrillo, entenderla y contemplarla desde múltiples puntos de vista. Permitirá al ciudadano ver lo que pasará, superando y arrinconando el actual sistema de información: una serie de mensajes crípticos que llamamos ‘planos’, sólo inteligibles para los profesionales del ramo. Podremos previamente pasear por el futuro, vivir las sensaciones que nos transmitirá el recorrido virtual y, consecuentemente, sacar nuestras propias conclusiones de lo que veremos; a la velocidad con que se produce nuestro progreso, llegará pronto. Falta nos hace.

Para entender la urgente necesidad del cambio para el buen diseño de la ciudad hay que conocer, aunque sea someramente, como funciona en la actualidad. En primer lugar, los documentos gráficos que la definen se presentan en dos sencillas dimensiones, planta y alzado, es decir horizontal y vertical. Por ello el dato se reserva a los especialistas que pueden, y deben, imaginar las consecuencias, es decir, lo que va a resultar. En segundo lugar, el urbanismo y la edificación están, además, sometidos a normas de todo tipo con facetas diferentes, con múltiples detalles que hacen difícil su aplicación y comprensión. Se convierte el tema en un enjambre de criterios y puntualizaciones que en ocasiones se resuelve en los tribunales, un mundo jurídico ajeno al objetivo final, la definición de la ciudad, que obviamente no tiene por qué entender ni imaginar pero que en último término es el que decide. Si a todo esto se añaden las implicaciones económicas que afectan a la propiedad, que pueden alcanzar también a la Administración y a entidades financieras, lo que amplía los intereses que están en juego, se explica la dificultad de encontrar la adecuada solución urbanística. Mientras tanto, este proceso tan importante para los ciudadanos queda muchas veces enmascarado y oculto sin nadie que pueda opinar, salvo algún grupo que a título personal se implique con sus aportaciones de tiempo y dinero. Todo lo señalado viene a decir que la imagen urbana está en permanente riesgo por la escasa y deficiente información que de una manera sencilla debería llegar al ciudadano medio. Se exponen al público los documentos del referido modo críptico, farragoso e incómodo, impropio de los tiempos que corren, falto de transparencia pese al énfasis que suele ponerse en pregonar lo contrario. Nuestros predecesores del siglo XX fueron más sencillos pero más claros explicando el urbanismo zaragozano.

Vistas las circunstancias actuales, ¿para cuándo el metaverso en este tema? Visto lo visto, cuanto antes. Mientras tanto, para mejorar la enrevesada información, es absolutamente necesario crear imágenes de lo proyectado cuyo fin sea «imitar el espacio tridimensional en una superficie plana tal como sería contemplado por el ojo humano». El problema se lo planteó el arquitecto Brunelleschi y para resolverlo inventó la ‘perspectiva lineal’… en 1413: ya estamos tardando en aplicarla. Este objetivo es fácil con nuestra informática habitual, sólo es cuestión de proponérselo. Quizá, por ese camino, el solemne monumento al Justicia de Aragón en Zaragoza se hubiera visto libre del acoso y agobio que le producen las dos paradas del tranvía que lo enmarcan distorsionando el conjunto que con tanto cuidado el proyecto original enaltecía.

Francisco Alós Barduzal es arquitecto

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