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  • Pedro Machín

Descarbonización, un camino sin vuelta atrás

Descarbonización, un camino sin vuelta atrás
Descarbonización, un camino sin vuelta atrás
Heraldo

El cumplimiento de los compromisos medioambientales asumidos por la Unión Europea obliga a la descarbonización de nuestro modelo energético. 

Esto no solo va a requerir producir más electricidad, sino que va a exigir que, fundamentalmente, sea de origen renovable. Queda trabajo por delante ya que en el conjunto de España apenas el 20% del consumo energético proviene de renovables. Electrificar los principales consumos de energía fósil, como son el transporte y la generación de calor y frío, supondrá duplicar el consumo de electricidad en España llegando a superar los 500 TWh, lo que equivale a una nueva potencia instalada de energía eólica y fotovoltaica superior a los 200 GW.

No va a ser fácil aumentar el consumo eléctrico a la vez que aumentamos la generación renovable, construimos nuevas instalaciones de almacenamiento y desarrollamos una red eléctrica flexible e inteligente. Es un reto hacer todo esto de manera coordinada y nos va a exigir revisar nuestros objetivos a medida que vamos avanzando. La emergencia climática y las tensiones geopolíticas a nivel mundial nos obligan a hacerlo urgentemente.

Nadie duda de que es necesario potenciar la producción de energías renovables como la eólica y la solar, un campo en el que Aragón es una Comunidad líder

Es evidente que no sólo va a cambiar nuestra forma de generar energía, sino también cómo y dónde la consumimos. En este sentido, cuanto más cerca estén los puntos de consumo de las instalaciones de generación, menores serán las pérdidas de energía de la red y menor será la inversión necesaria en nuevas infraestructuras. El Sistema Eléctrico será en su conjunto más económico para la sociedad.

Así como en el modelo basado en el uso de combustibles fósiles, las empresas del sector químico se concentraron en los ‘polos químicos’, prácticamente todos ellos vinculados a puertos marítimos, parece razonable que las empresas electrointensivas se localicen en zonas próximas a la generación de origen renovable.

Las directivas europeas han desarrollado una serie de herramientas para facilitar el consumo de cercanía: las comunidades energéticas o el autoconsumo individual o colectivo. La legislación española es mejorable en este campo. Países cercanos como Portugal están siendo más ambiciosos en su aplicación, facilitando la generación distribuida y el autoconsumo en grandes territorios, permitiendo el autoconsumo colectivo de energía eléctrica a través de la red de transporte y/o distribución hasta en 20 km, en comparación con los 2 km que permite la normativa española.

Aragón va a ser un actor principal para superar los grandes retos que se presentan en la descarbonización de España. Las excelentes condiciones de nuestro territorio para la generación de energía renovable permitirán seguir abasteciendo a las comunidades deficitarias a través de la red. La implantación de polos industriales próximos a esta generación permitirá reducir las inversiones en nuevas infraestructuras y mejorar la eficiencia energética de nuestro país.

Pero el despliegue de los aerogeneradores y de las placas fotovoltaicas en el territorio aragonés está dando lugar a polémicas

Aragón es una Comunidad líder en el desarrollo de energías renovables, principalmente en la provincia de Zaragoza, donde se concentra casi el 80% de la potencia actual instalada, sin que se hayan cumplido los malos augurios que pronostican las plataformas anti-renovables en las provincias de Teruel o de Huesca. Así, en contra de lo que vaticinan para zonas con mucho potencial pero históricamente poco desarrolladas, la implantación de los parques ha creado riqueza en los municipios en donde se han instalado, vía impuestos e ingresos complementarios en los sectores tradicionales, agrícola, hostelería y servicios, además de impulsar un fuerte sector energético en Aragón.

Para reducir el impacto ambiental y maximizar los beneficios en el territorio aragonés es necesario un diálogo constructivo entre todas las partes implicadas con criterios técnicos, ambientales y sociales, dejando atrás ideologías e intereses políticos.

El futuro es prometedor, conseguiremos maximizar el bien común por encima de todo si, además de los beneficios obtenidos en la generación de energía, desarrollamos riqueza económica y social en el territorio gracias al consumo próximo a la generación.

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