Clase media trabajadora

Desde que vio las películas de Woody Allen, él también se suele plantear de dónde venimos, adónde vamos, quiénes somos.

 Es cierto que son preguntas que la Humanidad se viene haciendo desde que Adán y Eva tuvieron que buscarse la vida por pardillos. Ahora bien, nunca como hasta este siglo XXI se había vivido (sufrido, más bien) un debate tan intenso sobre la identidad. El ‘quiénes somos’ se ha colocado en el centro de la discusión pública y de las individuales visitas al psicólogo. De hecho, él se interroga con frecuencia ante el espejo: ¿Soy azul o rojo? ¿Merengue o culé? ¿Binario o de género fluido?

Esta semana, además, anda especialmente nervioso. Sufre insomnio cuestionándose si en los periódicos aparecerá su nombre entre los involucrados en el caso Mediador. Hasta ahora no se ha escrito que él esté implicado, pero tampoco lo contrario. Al desayunar, ojea la prensa y escucha la radio por si sale su apellido. En la fábrica, ha aprovechado la pausa del almuerzo para telefonear a la Audiencia Nacional y preguntar si el juez de otro caso famoso, el Kitchen, tiene intención de interrogarle. Como le han dicho que no, se ha interesado por si su voz sale en las grabaciones de Villarejo. Le han colgado.

Tras confirmar que no le ha llegado la invitación de la boda de Tamara Falcó, ni un requerimiento de Hacienda, ni siquiera la cita del oftalmólogo, se ha dirigido a su compañero de almacén: «¡No somos nadie!». El otro le ha replicado: «O quizás somos clase media trabajadora, esa de la que tanto habla el Gobierno. Y no sé qué es peor».