Raquel Welch

Raquel Welch en Beverly Hills.
Raquel Welch
Kevork Djansezian

El fallecimiento a la ochenta dos años de la musa de tanta gente trae el recuerdo de la fugacidad de la belleza... y de la vida. No solo era denominada ‘el cuerpo’, sino que era bellísima. 

Pero lo que suele pasar con las actrices si no acuden al cirujano plástico. Que desaparecen del celuloide. Y más tarde, de la escena pública. Les da vergüenza que la gente les vea declinar marchitándose. Quieren quedar en el recuerdo cuando eran jóvenes. Greta Garbo, la mítica actriz sueca, se cubría con un velo semitransparente para salir de casa. Eran los tiempos primerizos del cine (las primeras década del cine en los que la belleza de la mujer era (debía ser) algo casi divino.

Desde Theda Bara a Gloria Swanson, las vampiresas eran la norma. La nota disonante la daba la un tanto grosera Mae West, que a lo mejor por eso tuvo tantos admiradores.

Después del crack de Wall Street(1929), los cánones de belleza fueron más recatados (época de vacas flacas), aunque casi ya enlazando con la Segunda Guerra Mundial, aparecieron actrices como Gene Tierney (‘Ruby Gentry’) o Jenifer Jones (‘Duelo al sol’). Pero el erotismo era en la posguerra más implícito que explícito), incluso con la explosiva Marilyn Monroe, rubio platino siempre, pero mejor actriz de lo que se le ha considerado, combinando papeles de miope tontita con los de mujer más hecha y dúctil.

Hasta que con Mayo del 68, la belleza ya podía ser explicitada con el erotismo desnudo, al romperse todos los tabúes. Brigitte Bardot era todavía un precoz pionera, hasta que ya cualquiera hacía sus pinitos eróticos intentando emular a Jean Seberg y su francesa canción. Y así hasta hoy, aunque nuestra juventud sea más puritana tanto en la vida como en el cine, que es, al fin y al cabo, su reflejo.

Pero Raquel Welch era, sin necesidad de erotismo explícito, la mujer perfecta. Para mí, más que Bo Derek. Es posible que correspondiese al despertar de mi adolescencia, pero Raquel Tejada (su verdadero nombre) era tan monstruo de la belleza como los que salían equivocadamente en el film ‘Hace un millón de años’. Más tarde se atrevió a lucir un bikini con la bandera de EE. UU., interpretando a un transexual en ‘Myra Brickinbridge’, rompiendo así el estricto Código Hays norteamericano(‘la bandera solo podrá ser utilizada con el mayor respeto’). Y en ‘Cien rifles’ rompió el tabú de amores interraciales. Mira por dónde la abuelita fallecida fue una rompedora.

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