Por
  • Aurelio Viñas Escuer

Vicisitudes climáticas

Vicisitudes climáticas
Vicisitudes climáticas
Pixabay

Se dan más o menos cada año y han llegado a formar una especie de vocabulario. Para empezar tenemos el antiguo refrán de "para San Antón de enero, anda una hora más el arriero". Y no es que el día de San Antonio Abad, 17 de Enero, sea una hora más largo y la noche una hora más corta. 

El día solamente alarga dos o tres minutos por la mañana y seis o siete por la tarde; pero los crepúsculos son mucho más largos, sobre todo el vespertino, y permitían prolongar el trabajo de los que trajinaban con las bestias de carga. Ahora ese trabajo está en desuso, pero ha permitido dejar el refrán para la historia.

Sin salir todavía del primer mes del año, tenemos la recomendación de "Enero, frío o templado, pásalo arropado". No en balde se viene diciendo también: "en enero se hiela el agua en el puchero". La segunda quincena de este mes es proclive a las nevadas, dando lugar a la sentencia: "año de nieves, año de bienes".

Enlazamos con febrero, o ‘febrerillo el loco’, por ser habitualmente de tiempo irregular. Y buscándole algún sentido nos encontramos con: "por San Blas, la cigüeña verás". San Blas es el día 3, o sea recién estrenado el nuevo mes. Desde siempre, llegado el invierno, las cigüeñas emigraban al sur de España o el norte de África, buscando climas más templados. Pero desde hace unos años, quizá por el cambio climático, no se marchan ya de nuestras tierras. Pasan los días y las noches en la soledad de sus nidos en las torres de las iglesias, en otros edificios elevados e incluso en los postes de la luz. Y algunos días, siempre por la mañana, se reúnen en grupos numerosos en cualquier campo, para alimentarse y tal vez ‘hablar’ de sus cosas.

Tenemos también la afirmación ancestral de que "el agua de Febrero llena el granero". Aunque los modernos regadíos suelen ser más seguros. Y no falta el adagio: "en Febrero busca la sombra el perro". Efectivamente, si está despejado y no sopla el viento, hay tardes que parecen veraniegas.

Y llegamos a marzo, que es el tercero del año. Pero en el antiguo calendario romano era el primero y estaba dedicado a Marte. Tal vez proceda de entonces la expresión: "Agua de marzo, peor que la mecha en el paño", que demuestra lo perjudicial que puede ser el agua este mes para el campo. Eso lleva aparejada la opinión: "en marzo, el sol riega y el agua quema", o sea que en este mes resulta más preciso el sol que el agua. Y se aprovechaban los días soleados para esquilar las bestias, los perros que lo requerían y el ganado.

El enlace de marzo y abril no era muy alentador: "marzo se lleva la culpa y abril nos quita la fruta". La verdadera culpa podía estar en el "abril, aguas mil". En cualquier caso es el mes apropiado para rellenar los embalses y hacer acopio de agua. En conjunto, tenemos que "marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso". Pero es solamente un decir, pues mayo también puede darnos alguna sorpresa desagradable. Nos lo recuerda la frase: "hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo". Dicho que podría rematarse con el saludable consejo: —Y entonces con cuidado. —Eso.

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