Solo adiós

Irene Montero, ministra de Igualdad
Sólo adiós
Kiko Huesca

En qué momento se tuerce todo? 

Vaya por delante que no tengo ninguna duda de que Irene Montero es feminista y que ha aprovechado su papel como ministra de Igualdad para trabajar por una equiparación efectiva entre hombres y mujeres tanto desde el ámbito legal como mediático, elevando a la agenda social del país desigualdades que quizá no eran prioritarias. En ese proceso político, la llamada ‘Ley del sí es sí’ puso sobre la mesa, mucho antes de que se conociera la norma, una cuestión clave: el consentimiento de todas las personas que intervengan en un contacto físico y sexual a estar de acuerdo. Eso se sacó de contexto al punto de la broma de si los tíos íbamos a tener que ir con un formulario; curiosa circunstancia que, por cierto, nos ponía a nosotros mismos como culpables como mínimo de un hábito otrora gracioso como era la mano larga en la discoteca, que, por cierto, la mayoría de nuestras amigas han sufrido y todavía sufren. En general, los malos vicios normalizados que afectan a una parte amplia de la población tienden a generar despejes de balón o intentos de ridiculización porque si a cualquiera de nosotros ya nos cuesta reconocer nuestros errores, como para poner de acuerdo a un grupo para dejar ciertos hábitos. Por eso en ocasiones conviene exagerar las soluciones, plantear una ruta lo más lejana para al menos quedarnos en un punto mejor del camino y desde ahí, seguir construyendo.

La pena de todo ese camino de Montero, que creo que ha contribuido a hacer un país mejor, ha sido la citada y tristemente famosa Ley de Libertad Sexual, cuyo redactado a ojos de la sociedad ha sido una chapuza. Se podría entender el "momento de transición" que argumentó la ministra si la realidad no fuera tan aberrante como 140 rebajas de condenas y 17 agresores sexuales excarcelados a fecha de estas líneas. No dudo que haya jueces machistas, pero han sido Montero y Victoria Rosell quienes les han dado un ‘arma’ para tomar unas decisiones incomprensibles para los ciudadanos y que muchas veces se toman me temo que no por machismo sino por aplicar la ley, su ley. Por coherencia, y jarabe democrático, solo se puede plantear la dimisión de ambas como salida digna a un error mayúsculo, insostenible, de quienes no dudo que luchan por hacer de España un país más igual, más feminista. 

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