Cencerrada en Albarracín

Concentracion cencerrada en Albarracin de vecinos de la sierra contra la tala masiva de ar[[[FOTOGRAFOS]]]
Cencerrada en Albarracín
Antonio Garcia/Bykofoto

Una cencerrada no es cualquier cosa. 

Suena a otras épocas, a otras costumbres. Y suena profundamente. Aunque más de uno y de una no lo haya sentido nunca, pues en esta sociedad digital, de consumo y de urbanitas es raro que se sepa qué es un cencerro y para qué sirve. En este caso, el pasado sábado 7 de enero serranos y vecinos de SOS Montes Universales bajaron con cencerros de todos tamaños y formas para hacerlos sonar ante el Ayuntamiento y la sede de la Comunidad de Albarracín. Estaban convocados para protestar y para algo más. Estaban ahí para hacer, como dice el diccionario de la RAE, un "ruido desapacible que se hace con cencerros o con otros utensilios metálicos para realizar una protesta cualquiera o como burla".

Fueron a protestar con inteligencia, criterio y rasmia. Con inteligencia, pues su civilidad fue ejemplar. Con criterio, pues saben perfectamente qué está pasando y cuál es la verdad que está en juego. Con rasmia, pues son ya más de dos años resistiendo frente a las amenazas, las coacciones, las pintadas y las difamaciones a las que los están sometiendo.

Y añadieron humor otorgando los ‘premios Bolsonaro’. Primero a la ‘xilofagia’ del Sr. alcalde-presidente del Ayuntamiento de Albarracín. Segundo a la ‘xilofobia’ del presidente de la Comunidad de Albarracín. Tercero a la ‘Megarrinoxilia’, ex aequo al director provincial y al director general de Medio Ambiente. Una dosis de burla que muestra el ridículo que están haciendo a modo de caciques de turno, marionetas de otros que están más arriba, junto con los gerifaltes del Gobierno de Aragón.

Con inteligencia, criterio, rasmia y también con humor, serranos y vecinos de la plataforma SOS Montes Universales protestaron contra el arboricidio y el desastre medioambiental cometido en una de las partes más hermosas de Aragón

Lambán y otros de su corro más próximo tienen que haber sentido retumbar sus oídos. Y si no sintieron cosa, haciendo oídos sordos, han de saber que están también implicados. Sea por conocimiento o por omisión, el presidente de nuestro país, de Aragón, es uno de los responsables del arboricidio y del desastre medioambiental de esos montes, en tanto en cuanto calla y no mueve un dedo para frenarlo. Lambán no puede obviar lo que está pasando en una de las partes más hermosas de nuestro territorio. Quizá sea porque lo desconoce, quizá sea porque los aduladores de turno y de su trono lo engatusan o quizá sea por motivos con peor olor. No está claro o quizá demasiado. Podrá decir que no sabía o que eran otros, pero terminará recibiendo los efectos de la política que está amparando como presidente de Aragón abusando de unos pocos aragoneses.

Esos pocos del sur, de la Sierra callada que cantaba Labordeta, han dejado de callarse. Les están arrebatando lo que más quieren. Sus bosques, su paisaje, sus setas… El sábado de los cencerros es un símbolo de nuestro tiempo. Es un paso más de unos pocos, –muy pocos, dirán en los despachos de los burócratas– para defender sus bosques y la Naturaleza de todos. De todos, porque también son nuestros, incluso de quienes no saben dónde está la Vega del Tajo y desconocen esa parte Atlántica de nuestro país, de Aragón. En esos lugares apartados e incluso ‘minorizados’ en las cartografías oficiales queda poca gente, pocos votos. Están en la periferia del poder, lejos de los focos del mundo que nos cuentan las televisiones. Alejados de los cenáculos donde se trazan los mapas y se reparten los beneficios. Ahí viven resistiendo ante la adversidad transmitiendo sensatez y bravura.

Esas talas masivas en los Montes Universales defendidas por expertos que viven lejos de lo que se corta y lejos de los que viven en ese rincón, están muy distantes del sistema forestal tradicional que ha permitido sostener estos bosques a lo largo de los siglos. Los implicados saben que no se cumplen las normas y hay algunos que permiten que se sigan incumpliendo. Basta con ir, ver y juzgar. El bosque no se protege destrozando el hábitat. Los vecinos de la Sierra han dejado de callarse y ya no tienen miedo. No les importa que el alcalde les grabe con su móvil, retando desde el balcón de la villa –como ha quedado registrado–. El neocaciquismo no tiene cabida en nuestra sociedad. Por la cuenta que nos trae hemos de contribuir a su erradicación antes de que contagie otras partes de nuestra sociedad. No podemos dejar que nos gobierne la ‘minoría de los peores’ como diría Costa, si levantase la cabeza.

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