Director de HERALDO DE ARAGÓN

Otro congreso para el PAR

Rueda de prensa de Arturo Aliaga en la sede del PAR
Otro congreso para el PAR
Toni Galan

Ni tan rápida ni tan explícita. 

Se esperaba que la sentencia podía demorarse unos cuantos días, pero lo que pocos imaginaban es que el juez fuera tan claro. El lío era el resultado de tantos enredos y poseía tal alambicamiento que desentrañar la madeja era sinónimo de la activación de un gran conflicto político. Finalmente, así ha sido. Tras las palabras del fiscal, que los críticos saborearon como una victoria suficiente, el fallo judicial sitúa a los oficialistas del PAR frente a la incertidumbre de la repetición del congreso y ante un partido roto con un difícil ensamblaje.

En el PAR hace años que el haz y el envés son difícilmente diferenciables. Los caminos se han entrecruzado en tantas ocasiones que los alineamientos atienden al momento y la oportunidad. Agitado por sí mismo, el PAR se ha empeñado en dejar claro que es una formación cuya utilidad proviene de la necesidad que expresan PSOE y PP. Su condición de bisagra ha terminado desdibujando su aportación ideológica, convirtiéndose en permanente protagonista político del fragmentado ecosistema aragonés. El PAR, que fijó como mejor estrategia para su supervivencia la oportunidad que otorgan las matemáticas, ha descuidado buena parte de un ideario aragonesista del que han sabido aprovecharse otros partidos.

La sentencia, que no será recurrida, no solo ha sacudido a Arturo Aliaga, afectado por la exigencia de dimisión de los críticos y objeto de todo tipo de acusaciones, sino que también ha zarandeado al Ejecutivo regional. Sin posibilidad alguna de que Javier Lambán abra la puerta a una salida del Gobierno del presidente del PAR, lo que ahora se busca proteger es la estabilidad política del cuatripartito hasta las elecciones. El riesgo que amenaza al PSOE es el desgaste que implicaría contar en la vicepresidencia del Gobierno con un expresidente del PAR sin control orgánico y que, a su vez, no fuera cabeza de cartel de su propio partido. Para los socialistas, un congreso fallido con victoria de los críticos supondría una quiebra o, al menos, la incorporación de la duda, del actual apoyo que los aragonesistas prestan al Ejecutivo. Sin que los críticos, y en especial Elena Allué, hayan dejado clara ninguna tentación o pulsión de ruptura hacia ese mismo respaldo, todo cambio en la dirección de partido concedería a los populares una nueva oportunidad de negociación con el PAR. Todos han movido ficha, también el PP, que ha apostado a todo o nada al exigir la dimisión de Aliaga.

La literatura política establece que las luchas intestinas por el control de cualquier partido, más aún con publicidad y amplificación mediática, siempre son objeto de castigo por parte de los votantes. La falta de unidad provoca, por definición, un rechazo que se refleja en las urnas y que daña por igual tanto a los que se consideran ganadores como a los que son tildados de vencidos. Tras este nuevo golpe sufrido por el PAR, cuyo calibre se conocerá en las próximas elecciones, ambas partes deberían valorar qué queda del partido que pretenden y hasta dónde puede una formación estirar sus tensiones internas sin entrar en riesgo de desaparición. Puede que lo que queda del PAR solo sea aquello que ahora está en litigio, pero por escaso que resulte continúa siendo demasiado importante como para convocar un congreso extraordinario sin que las partes se muestren seguras con el anuncio. Un partido roto necesita aguja e hilo.

miturbe@heraldo.es

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