Un rojo de los de antes

Un rojo de los de antes
Un rojo de los de antes
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Hay economistas renombrados a la vez por sus saberes y competencias y porque han dedicado muchas horas y escritos a divulgar lo que saben, con objeto de que lo comprendamos quienes sabemos poco. 

Han sido los más seguidos el asturiano Juan Velarde (1927) y el madrileño Ramón Tamames (1933). Velarde ha sido catedrático de Economía Aplicada en la Complutense, de tinte falangista, ‘sui generis’, pero visible. Tamames, dirigente y diputado comunista y militante hasta 1981.

Tamames acaba de explicar cómo se gestó su ‘Estructura Económica de España’, libro muy influyente en España desde hace sesenta y dos años y, más todavía, en los primeros de su edición: no había nada parecido y fue pasto del afán de saber de quienes deseaban entender cómo era lo que podríamos llamar la suma de la anatomía y la fisiología (estructura y funcionamiento) de la vida económica del país. Las relaciones que, con mucho talento e información contrastada (y difícil de conseguir), exhibía en sus páginas se condensaban en lo que algunos llamábamos ‘telarañas de Tamames’, gráficos que exponían relaciones (de propiedad u otras) entre sectores y empresas cuyas conexiones eran apenas desconocidas. En la última edición, con ayuda de Antonio Rueda, los gráficos son 198 y se han añadido casi cien ilustraciones más.

Tamames ha publicado la vigesimosexta edición del libro de economía más notorio en la España del siglo XX y acaba de explicar la historia de este esfuerzo excepcional

Tamames ha querido poner este libro al día continuamente. Ha atendido así a esa especie de deber moral y cívico que un profesor de su perfil contrae con sus alumnos y su público. Tras la vigesimosexta edición, se ha visto impelido por insistentes peticiones a explicar cómo nació y ha vivido esta rara criatura suya de papel. Lo hizo hace unos meses en el ámbito restringido de una Real Academia. Ahora, ultimado, lo publica y es accesible para un público más amplio, en la ‘Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal’ (www.ridaa.es), que dirige hace casi cuarenta años, en Valencia, el constitucionalista Antonio Colomer. Un número 80 en que hay también textos de Josep Piqué y de J. M. García-Margallo sobre la guerra de Putin contra Ucrania.

El relato de Tamames no tiene desperdicio. Persona que está de vuelta de casi todo, excepto de las dos o tres cosas que son valiosas de verdad en la vida, habla sin temores ni tapujos. Estuvo en Carabanchel, "como preso político", como agitador estudiantil antifranquista en 1956. Defendía, con otros como él, la necesidad de libertades democráticas y la "reconciliación nacional". No lo menciona, pero eran las consignas del Partido Comunista que hoy parecen repudiadas por su presuntos herederos. Varios presos se hicieron famosos. Juntos en una galería de la prisión (‘la Séptima’), estuvieron con él Ridruejo (1912), Elorriaga (1930), Ruiz Gallardón (padre, 1927), Pradera (1934), Múgica (1932) y Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio (1925). Eso no le impide reconocer deudas, suyas o del país, con franquistas como Fueyo (1922, falangista) o Villar Palasí (1922, creador del enteco BUP), a quienes conoció antes del episodio, o con Alberto Ullastres (1914, miembro del Opus Dei), el principal modernizador económico de la triste España autárquica de Franco. Lo trató tras superar unas duras oposiciones a Técnico Comercial del Estado, ‘alto cuerpo’ que, en cierta forma, emulaba a los poderosos estamentos franceses a los que se llama ‘enarcas’, en alusión a la prestigiosa Escuela Nacional de Administración. En ese tiempo tecnocratizante tuvo por profesores a futuros ministros, como Monreal Luque (1928, defenestrado en 1972 por su propuesta de reforma fiscal: pero le dieron Tabacalera). Y reconoce el valor del ministro Cavestany, de Agricultura.

Fue crítico con el franquismo y también con la República, cuya ansiada reforma agraria "no tuvo ningún éxito, por la burocracia y la incompetencia". Subraya la acogida que su ‘Estructura’ tuvo en centros como la Universidad de Navarra o la Academia General Militar.

Ramón Tamames tuvo y tiene las dotes exigibles a un dirigente y pensador de la izquierda bien preparado para servir al país.
No se le divisa sustituto

Y tampoco en sus libros de historia habla a media voz: "España tuvo un proyecto de globalización histórica entre los siglos XVI y XVIII que alcanzó sus puntos álgidos en las Américas, así como en todo el inmenso Océano Pacífico (Molucas, Filipinas, Carolinas, Marianas, archipiélagos del Sur), que, durante muchas décadas, configuraron el llamado ‘Spanish Lake’. Los gestores de la gran expansión hispana fueron, en su mayoría, gentes del pueblo (…) que, además, no operaron con pólvora del rey, sino con su propia financiación convenida en capitulaciones muy precisas".

El libro, del que el presente artículo es propaganda voluntaria, añade dieciséis monografías a cargo de sendos especialistas. Y uno de ellos es Velarde, el falangista. Tamames tiene las dotes exigibles y esperables en un dirigente rojo, comunista, de los de antes. ¿Quién ocupa hoy un lugar equivalente en la izquierda y en su partido? ¿Acaso el ministro de Consumo? Lo mal que lo tiene que estar pasando Don Ramón.

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