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Cartas al director de HERALDO: La guerra de Ucrania continúa

Soldados ucranianos en primera línea del conflicto con Rusia
La guerra de Ucrania continúa
GLEB GARANICH

La guerra de Ucrania continúa

Mientras los titulares de los medios de comunicación se llenan con la muerte de Isabel II, la guerra de Ucrania continúa. 

Y lo hace, con la recuperación por parte del ejército ucraniano de 30 localidades en el noreste de su país que estaban en manos rusas. Como no podía ser de otra forma, Putin envía más solados y armamento al frente, en un conflicto bélico al que no se le ve su final. A esta situación bélica, se le une el alto riesgo de accidente en la central nuclear de Zaporiyia, según informa la OIEA; crucemos los dedos para que no se repita un nuevo Chernóbil. Mientras exista el suministro de armas y municiones al ejercito ucraniano por parte de Occidente, la guerra seguirá. Porque, a fin de cuentas, se trata de producción de armas, como se vio en la II Guerra Mundial. Aquel o aquellos países que tengan mayor producción armamentística tendrán mayores probabilidades de victoria. La fabricación y el comercio de armamento no ha cesado, sino que ha aumentado notablemente en todo el planeta. El gasto militar mundial en 2021 supero los 1,9 billones de euros, aumentando un 0,7% respecto a 2020 y un 12% sobre 2012. La paradoja de la situación actual, proviene de que tenemos una agenda 2030 y unos objetivos ODS donde el final de las guerras y de la fabricación y comercio de armamento brilla por su ausencia. Al igual que sucedió en los primeros años del siglo XX, este nuevo siglo también ha comenzado con un conflicto bélico de impacto mundial, en muertes, destrucción y, sobre todo, una inflación galopante de la que no se libra ningún punto del planeta, empobreciendo y llevando a la miseria a millones de personas. Son los ‘efectos colaterales de la guerra’. Es difícil imaginarse un mundo sin guerras y armamentos, porque es lo que hemos tenido en la historia de la humanidad.

Pedro Marín Usón. Zaragoza

70 años de reinado

Me cuesta entender ese despliegue inusual y mediático en todos los telediarios y redes por el fallecimiento de la reina Isabel II durante estos largos 10 días de parafernalia británica, en una continua narrativa un día sí y otro también, hasta depositar su féretro en la cripta donde reposan los restos del duque de Edimburgo. Reina que asumió durante 70 años la corona y, de manera voluntaria, el papel de representar el poder y la riqueza británica. En un constante escenario mundial, los británicos dicen que Isabel II ha sido una madre querida, pero no la madre Teresa de Calcuta para sus catorce colonias que permanecen bajo el dominio británico, incluido Gibraltar. De forma voluntaria siempre se gustó de lucir alhajas, algunas de estas saqueadas de antiguas colonias, hasta hacer de la Corona inglesa una de las mayores fortunas del mundo. Tampoco es que España tenga que llorarle a la ya fallecida reina. Tan solo una visita durante su larguísimo reinado y con Gibraltar en una continua fuente de tensión, en continuos enfrentamientos entre gobiernos y familias reales de ambos países durante su reinado. Sin olvidar el desprecio a nuestro país, para mayor gloria del colonialismo británico, que también hizo su hijo el príncipe Eduardo, celebrando el jubileo de su madre en el propio Peñón y en pleno conflicto pesquero en aguas próximas. En su despedida, cientos de mandatarios de todo el mundo, reyes, reinas, príncipes y princesas, de monarquías obsoletas, fuera de lugar en la sociedad actual, estarán presentes en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Acontecimientos, visto lo visto, para seguir llenando espacios en nuestros telediarios.

Daniel Gallardo Marín Torreblanca. Garrapinillos (Zaragoza)

Una cadera rota

A todas las personas que el pasado día 24 de agosto me ayudaron y acompañaron, cuando me caí en la plaza de San Felipe. Hubo tormenta, llovió y, no sé cómo, si resbale, tropecé…, me rompí la cadera. Vino una ambulancia, que llamaron estas buenas personas. Me dolía mucho. Llegamos a urgencias del Hospital Miguel Servet a las 21.18 (tengo la hora en el parte de urgencias) Pasamos por triaje y al box de traumatología. Dos horas más tarde, allí seguía en la camilla, sin que nadie me atendiera, con la cadera rota. Yo no sabía cómo estaba, solo que me dolía y estaba empapada de la lluvia de la tormenta. Salió un médico joven (todos lo eran) y mi marido le pidió por favor que me miraran, que tenía mucho dolor y llevábamos mucho rato (dos horas). Cómo se puso… Alzando la voz nos dijo: «Por más bordes que os pongáis, no os voy a atender». Y lo volvió a repetir. Nos quedamos… Mi marido le dijo que esa palabra sobraba y que se lo había pedido por favor. Él cogió el folio del triaje y le dijo: "Esto va por prioridad, a tu mujer le han puesto la más baja". Era cierto, el tercer espacio, y porque no había cuatro… Tengo 67 años, me llevan en ambulancia por una caída con la lluvia, no puedo tenerme en pie, y me tratan como si llevara un rasguño… Empecé a trabajar con 14 años, cotizando desde el primer día. Para que venga un prepotente, mal educado y me diga que no me atiende, y no me atendió. Teníamos que haber hecho una reclamación, pero solo quería que me atendieran y me pusieran un calmante. Así fue, me pusieron gotero, una enfermera. Me recibió una doctora y una auxiliar me quitó la ropa que llevaba mojada, al poco tiempo me llevaron a rayos. Todo amabilidad y cariño. Ya vieron lo que había. Me pusieron en una cama. Ya estaba seca y, con el gotero, empecé a estar mejor… Me faltaba la última consulta a la que entrar. Me recibió otro doctor. Sus escuetas frases: "Tiene rota la cadera. Mañana la operaremos de urgencia. Firme aquí". Así lo hice. Ingresé en la planta novena de traumatología casi a la 1… A las 10.30 ya salía del quirófano. Quiero dar las gracias con mayúsculas a la doctora Angulo que me operó, anestesista, doctora, enfermeras, auxiliares, celadoras y celadores. Me han operado y estoy muy bien… Me quedo con todos los cuidados y el cariño de todas las personas que me han tratado. Mi último agradecimiento, a Santiago y Meré, por estar con nosotros hasta que llegó la ambulancia y por sus cariñosos whatsapps.

María Dolores Blasco Dal. Zaragoza

Un nuevo comienzo

Se acerca el otoño, la rutina y la disminución de horas de luz. Es buen momento para hacer un ‘nuevo comienzo’ en nuestras vidas. Podemos ir al trabajo caminando o bajando un par de paradas antes en el bus urbano. Aprender a reciclar. Es hora de aprender un nuevo idioma o aumentar el tiempo de lectura. También se pueden ordenar los armarios y sacar las prendas que ya no utilizamos para dar espacio a las nuevas. Ir al gimnasio o hacer el ejercicio, comenzar un estilo de vida sano vigilando la alimentación y la hidratación. Cuidarnos más y mirar adentro de nosotros mismos. Y todo ello de forma fluida, sin sufrimiento emocional y con pleno disfrute. El cuerpo, la mente y la salud emocional mejorarán.

Carmen García Morán. Zaragoza

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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