Memorias
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La función social de la memoria es olvidar. 

Eso decía Niklas Luhmann (1927-1998). Ahora no acierto a encontrar la página con la referencia exacta. En cualquier caso lo que cuenta no es dónde lo escribió si no qué aporta eso que sugiere, porque ‘olvidar’ tendemos a pensar que es algo bien distinto de ‘memorizar’. Y ahí radica la potencia de la afirmación de este sociólogo alemán, un referente en la teoría de los sistemas sociales. Aunque en esto no fue original pues hizo su particular traslación de las ideas del libro de George Spencer-Brown (1923-2016) ‘Laws of form’ (1969), una obra fascinante donde matemáticas y filosofía entretejen un ensayo cuya "intención principal es separar lo que se conoce como álgebras de la lógica del tema de la lógica y re-alinearlas con las matemáticas". Esas páginas han dado pie a muchas y diversas interpretaciones, en un sinfín de reediciones.

Spencer-Brown proponía su noción de ‘función memoria’ diciendo que "el valor actual de la función f en E1 puede depender de su valor pasado y, por tanto, de los valores pasados de a y b". Algo que no es una descripción del funcionamiento de animales y humanos pero sí ha servido para sistemas computacionales y eléctricos. Era una distinción entre la memoria como un ‘repositorio’ frente al ‘circuito’. Algo que sigue siendo complicado de comprobar, pues no terminamos de saber con toda certidumbre dónde se guardan los recuerdos y cómo se producen.

De hecho, no está cerrada la investigación sobre la memoria, la mente, la conciencia, etc. Las interacciones entre neuronas, las conexiones sinápticas siguen siendo un mundo por descubrir para descifrar por qué recuerdos y memoria se disuelven tanto como se activan. Se sabe mucho sobre el cerebro y su fisiología, pero sigue faltando más para dilucidar si la memoria, en sentido fisiológico, es un sistema de almacenamiento de dónde se recuperan datos o si es uno de reconocimiento donde se reconstruye lo vivido. En el primer modelo, se parecería a una biblioteca donde cada tomo conserva escrito lo que se escribió, es decir, lo que se vivió, y sólo hace falta abrir la página adecuada para leer lo que ahí quedó escrito, inalterable al paso del tiempo. En el segundo, es un proceso de verbalización de lo que se vive, se reconoce, se refresca y también se puede anticipar.

El funcionamiento de la memoria como facultad de la mente humana guarda todavía muchos secretos para la ciencia

Esta dinámica la explicó Heinz von Foerster con dos pares de términos: "almacenamiento y recuperación" y "reconocimiento y recuerdo". No son lo mismo ni se han de entender como dos procesos equivalentes, aunque en muchas ocasiones se confundan, más cuando entramos en arenas políticas. Y eso es hablar de otra dimensión de la memoria, que también tiene su función social para dar lustre, además de olvidar, y recortar el trozo que convenientemente se quiere poner en el foco de la atención política al servicio del poder de turno.

Si se cumplen los pronósticos hoy se aprobará en el Congreso de los Diputados la Ley de Memoria Democrática. En el proyecto el artículo 1 describe el "Objeto y finalidad" y en el primer apartado se dice: "La presente ley tiene por objeto la recuperación, salvaguarda y difusión de la memoria democrática, entendida ésta como conocimiento de la reivindicación y defensa de los valores democráticos y los derechos y libertades fundamentales a lo largo de l a historia contemporánea de España, con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones en torno a los principios, valores y libertades constitucionales". Si esto es así, el problema está en los flecos y en los elementos que se quieren rescatar, los pactos infames donde se sostiene y en el sesgo ideológico que tiene el asunto.

Y la cosa se complica cuando interviene la política con estrategias selectivas de olvido y recuerdo, de recuperación y ocultación

La memoria no es la Historia de los acontecimientos, ni es sencillo identificar cómo fueron los hechos y, todavía menos, cómo se vivieron. Olvido y recuerdo, recuperación y ocultación, se intuyen en otro nivel cuando se adjetiva la memoria diciendo que es democrática y es histórica. Ahí hay gato encerrado. Nos tendremos que preguntar en qué momento del movimiento oscilatorio de la Vida nos empeñamos en parar el péndulo. Sólo con el paso del tiempo veremos a dónde nos llevan las decisiones que ahora se adoptan. Y qué es lo que nos quieren hacer olvidar.

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