Los ‘tonitos’ en la vida política

Yolanda Díaz en el arranque de 'Sumar' con amplio respaldo de cargos de partidos
Los 'tonitos' en la vida política
EFE/EP

Fue la diputada de Coalición Canaria, la señora Oramas, la que en un agrio rifirrafe parlamentario con el entonces diputado de Podemos, Pablo Iglesias, espetó al podemita que apeara su "tonito machista" con el que se dirigía a ella. 

Hizo fortuna la canaria, pues consagró la palabra ‘tonito’ en el ámbito de los debates parlamentarios.

Todo el mundo ha adoptado algún tipo de ‘tonito’ desde aquellos juegos florales; unos lo han revestido de agresividad, otros de desprecio y alguien quizá está intentando un tono suave, dulce, enternecedor, conciliador, como hace ahora esa ‘costurera del régimen’, como se ha calificado ella misma, que es doña Yolanda Díaz, que emplea un lenguaje verbal y gestual entre empalagoso y maternal, un tono o tonito entre melifluo y sugerente, un ten con ten entre angelical y tramposo dirigido a audiencias ávidas de mensajes tranquilizadores e inasequibles al desaliento que supone no encontrar el liderazgo capaz de asegurarse la cuota de poder suficiente y seguir en el momio de la periferia del gobierno.

No está claro si lo que realmente busca la señora Díaz es organizar una fuerza política a la izquierda de la izquierda, suponiendo que el PSOE represente realmente a la izquierda o bien estaría intentando meter a esa izquierda (su izquierda) dentro de la izquierda. Esa idea de ‘sumar’ que anda por la cabeza de la vicepresidenta se aviene mejor con esta segunda operación que con la de oponerse al PSOE plantándole una segunda versión corregida y aumentada de la experiencia Podemos. La exclusión del acto fundacional de algunas de las primeras damas de Podemos explica algo en esta línea. Y es dudoso que eso sume.

Tampoco sabemos cuál es el acomodo al que querría acogerse la señora Díaz: si como segunda de a bordo de un hipotético gobierno en cuya candidatura figurase al lado de Sánchez, integrada de alguna manera en el PSOE, o bien acudiendo por libre a unas elecciones optando a una más que incierta presidencia o a reeditar una coalición aún más incierta y problemática. Y todo eso suponiendo, que parece bastante suponer, que la izquierda revalidase su mandato y ganase las elecciones, ya que de no ser así el voluntarioso proyecto de Yolanda Díaz se derrumbaría como un castillo de naipes. Aunque también corre el riesgo de convertirse en un bluf.

No le falta ambición a esta señora, aunque sí carece de claridad y transparencia en sus verdaderas intenciones, que estratégicamente oculta y muy en especial a sus posibles rivales podemitas a las que margina de su proyecto. Veremos si tras su presentación en sociedad y sus recorridos por España para escuchar al personal sale fortalecida de sus planes o, abochornada por muchas de las cosas que posiblemente oiga, se replantea seguir adelante o desistir.

Seguramente será también conveniente que vaya pensando en cambiar ese tonito aterciopelado con que pretende subyugar a la ciudadanía.

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