El Torico se hace más grande

Teruel es una ciudad de leyendas y de leyenda.
Desde las sombras que proyectan sus torres y recovecos hasta el eco de sus calles invitan a la ensoñación y a adentrarse en mundos improbables. La tragedia de sus Amantes la envuelve y la convierte en meca del amor romántico, a la par que en destino festivo por excelencia para viajar en el tiempo.
Y parece que la ciudad, a su pesar, va a contar con un nuevo misterio: el del Torico. Al margen de las responsabilidades políticas por lo sucedido, y que habrá que dirimir, Teruel se enfrenta ahora a una verdad revelada y a un nuevo enigma.
Descubrir que el símbolo de la ciudad no es lo que se pensaba es un trago y un golpe duro para una comunidad. Es cierto que existían sospechas de que algo pudo ocurrir durante la Guerra Civil, pero de ahí a hablar de ‘falsificación’ hay un viaje de difícil recorrido.
Una vez abierta la caja de las sospechas se dibujan dos caminos a seguir. El primero y más urgente, averiguar qué pasó y si aún existe el Torico original. Quién se lo llevó, dónde, cuándo, cómo y por qué.
Pero si no hay respuestas a estas preguntas, nos plantamos en otro escenario en el que Teruel se mueve con soltura: el del mito.
Seguramente el Torico original proyecta su sombra bajo las farolas de la plaza que lo homenajea cada anochecer, y compite con la de su sustituto de hierro en un duelo de diminutos titanes por proteger la ciudad.