Andalucía, ante las urnas

Andalucía ha cerrado la campaña electoral con un refuerzo de la sensación, avalada por los sondeos, de que el Partido Popular ganará ampliamente los comicios. 

Aunque una elevada abstención puede distorsionar las encuestas, si las damos por buenas, la gran incógnita de cara a la cita con las urnas de mañana es si los populares tendrán respaldo suficiente para gobernar sin la extrema derecha, como sucedió el año pasado en la Comunidad de Madrid, o si, finalmente, tendrán que dejar que Vox entre en el gobierno, como ha ocurrido este año en Castilla y León. Más allá de dilucidar si el PP se confirma como el partido en el poder en Andalucía y cómo gobernará, estas elecciones tienen también una clara derivada con alcance en la política nacional. De hecho, esta cita regional es un primer indicador de cara a las futuras elecciones generales.

Las expectativas del PP son que un buen resultado de su candidato y actual presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, allane el camino a Alberto Núñez Feijóo hacia la Moncloa. Las del PSOE son que estas elecciones no supongan la confirmación de que el partido ha perdido fuelle y que Pedro Sánchez empieza a ser un lastre. El gran objetivo de los populares es lograr un número suficiente de votos que le eviten depender de Vox para lograr la mayoría absoluta. El de los socialistas es conseguir una cantidad de papeletas al menos semejante a la de hace tres años. Si su candidato sufriera una debacle, la posición del presidente del Gobierno central a un año de las municipales, autonómicas y generales quedaría tocada.

Las incógnitas que se despejarán mañana en las urnas, que incluyen qué representación logrará una izquierda dividida o si Vox se ha confundido de estrategia, marcarán el futuro de Andalucía e influirán poderosamente en la política española, ya inmersa en una etapa claramente preelectoral.