Director de HERALDO DE ARAGÓN

Una Evau única

Último día de la Evau.
Último día de la Evau.
Toni Galán

Este año, la polémica se ha centrado en el examen de matemáticas, una queja que, además de en Aragón, también se ha repetido en las comunidades de Madrid y Castilla-La Mancha. El presidente Emiliano García-Page ha pedido a la Universidad castellanomanchega (UCLM) que «se modifiquen los criterios de corrección para adaptar el esfuerzo de los chavales de la región al sentido común», mostrándose solidario con las protestas por los errores detectados en esta prueba de la Evaluación para el Acceso a la Universidad (Evau). Que un presidente regional decida intervenir por un examen de matemáticas solo confirma el discutido papel que desempeña la Evau como puerta de entrada a la universidad y la sensibilidad social que existe ante un posible perjuicio que pueden sufrir los alumnos de una autonomía.

Los nervios comienzan años antes del examen de la Evau, cuando las familias sopesan si en su centro lograrán unas buenas calificaciones. La media de los dos años de bachillerato resulta determinante y junto al examen de la Evau se configura la nota de corte que deberá dar acceso a la carrera deseada. La presión para aquellos estudiantes que aspiran a un grado con una elevada nota de entrada llega a ser insoportable; saben que, pese a poseer un expediente rayano en la excelencia, perder unas pocas décimas es sinónimo de fracaso. Que durante los años de la pandemia las notas de bachillerato llegaron hinchadas es un asunto que no admite demasiada discusión, como tampoco lo es que la covid sirvió para inflar las medias de la nueva selectividad. Atendiendo a la realidad pandémica se buscó ayudar a los alumnos permitiendo un incremento de los aprobados y concediendo una curiosa alteración del modelo que, a la espera de la reforma prevista para 2024, aún se mantiene. Pero, ¿toca ahora bajar las notas?

La evidencia también describe que el mapa escolar nacional registra serias diferencias entre comunidades. Los cerca de 6.500 estudiantes aragoneses que se han presentado a esta primera convocatoria de junio saben que los exámenes no son los mismos en toda España y que las correcciones distan bastante de considerarse parejas. Cada tribunal, atendiendo a su exigencia, aplica su juicio (sobre unas bases) ignorando qué ocurre con el resto de los evaluadores. En consecuencia, distintos exámenes y variados criterios de corrección dan, necesariamente, resultados desiguales. El modelo, plagado de interrogantes, termina generando una nueva alteración cuando, apoyados en la existencia del distrito universitario único, las plazas en los grados más codiciados son ocupadas por las medias más altas que, lógicamente, proceden de cualquier punto del país.

Ante los númerus clausus que interponen las facultades como principio para proteger la excelencia académica terminan colisionando las vocaciones de muchos alumnos. El acceso a la universidad a través de la Evau está plagado de matices y, curiosamente, no termina de ordenar una entrada que debería atender, entre otros asuntos, a la demanda existente en el mercado laboral.

La pelea por acceder a una profesión, que se inicia en el bachillerato, no concluye al término del grado. Tras los cambios introducidos en el plan Bolonia, a los cuatro años de la carrera debe sumarse con frecuencia un máster capacitante que vuelve a abrir una nueva batalla, en este caso la que se libra entre universidades, posibilidades académicas y el atractivo de ciudades como Madrid y Barcelona. El talento que pretendíamos retener, y al que tanto se le exigió para lograr una nota de corte, amenaza entonces con marcharse.

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