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Cartas al director de HERALDO: El aula frente a otras influencias

Un grupo de adolescentes reunidos con sus móviles.
El aula frente a otras influencias
HERALDO

El aula frente a otras influencias

Los ciudadanos tienen cierta idea del docente similar a la del pedónomo espartano, que, revestido de máxima autoridad, dirigía la educación de los niños. 

Afortunadamente, se nos ha exonerado del látigo. Leo en HERALDO que "casi una treintena de menores aragonesas tienen vigilancia policial por violencia machista", un fenómeno "que cada vez se da en edades más tempranas". Una de las propuestas para resolver el problema es "mucha educación", pero a la vez se insinúa que la agresividad se alienta "a través de las redes sociales, los videojuegos y los contenidos pornográficos". No sé si el concepto de educación se refiere exclusivamente a la escolar o abarca otras áreas. Entiendo que se vea el aula como el lugar más directo para informar al mayor número de jóvenes, pero el peso formador del docente ha dejado de tener un valor moral. Quizá nuestra pazguatería de gente bien nos aleja de pendencias que no sean las de nuestro ámbito académico, o quizá nuestro miedo a intervenciones que puedan ser tergiversadas, o nuestro quehacer diario. Se le da un valor excesivo al aula y al docente como freno de ‘youtubers’, videojuegos, pornografía o redes sociales. De hecho, asignaturas que podrían servir de información para estos asuntos, Valores cívicos y éticos, son de relleno y hasta se las llega a definir como "bienintencionados catecismos laicos". Yo no me considero con mis alumnos un ‘agente normalizador’ de su vida social, ni capaz de amansar su posible disrupción, como mucho elegiré textos para realizar comentarios de los que se infieran pensamientos sociales. Pero si algo tengo que decir, que sea con el esfuerzo de mi trabajo y con la búsqueda de continuas fórmulas para que aprueben mi asignatura, de lo demás tengo serias dudas que convenga que lo haga.

Javier Fatás Cebollada. ZARAGOZA

Un buen pastor

Se nos ha jubilado. Su edad, 94 años, y la fatiga de pasar la covid nos privan de un buen pastor. Sus precisas y preciosas homilías en Santa María de los Ángeles ya no se escucharán, ni él escuchará nuestras cuitas. El padre Jesús-Luis Rodríguez Magaña nació en Pozuel de Ariza en 1928, en una familia de labradores sencillos y católicos. Penúltimo de 12 hermanos, a los 10 años ingresó en el seminario de Sigüenza, donde pasó mucha hambre y mucho frío. En 1950 se hizo carmelita en Villarreal, permaneciendo como profesor de latín, y recorrió casi toda España en labores de vocacionista. Su fe y su compromiso con la Iglesia se iban afianzando y con 25 años fue ordenado sacerdote en el Real Seminario de San Carlos de Zaragoza. A partir de 1962, y asentado ya en Zaragoza, inicia una etapa de ‘párroco trashumante’. En 1965 se hace cargo de Nuestra Señora del Carmen, donde sentará los pilares, junto con sus demás hermanos carmelitas de entonces, de la llamada ‘parroquia del pincho’, por esa cruz en su fachada que se prolonga a modo de pináculo. Posteriormente, ya fuera de la orden del Carmelo, don Elías Yanes, entonces arzobispo de Zaragoza, le envía a la parroquia de Santa Rafaela María, donde permanecerá 17 años. Y como brillante colofón a su dilatada vida como buen pastor de almas, estuvo como párroco de Nuestra Señora de los Ángeles desde 2004 hasta 2022. Ha sido y es ministro de la comunión. Siempre con una sonrisa, es el primero en ofrecer su mano, su ayuda. Escucha con paciencia los problemas y acompaña los pasos de las personas con especial interés por los enfermos, prodigando el perdón divino con generosa compasión. Y no regaña a quien abandona o equivoca el camino, sino que siempre está dispuesto para que la oveja vuelva al redil. Si le preguntan cómo se encuentra, responde: "Bien del todo". Como feligreses damos las gracias a Dios por habernos dejado participar de su fecunda vida como sacerdote. No estaría de más que sus compañeros concelebrasen una misa para celebrar tan maravillosa trayectoria y permitir a su vasta feligresía despedirse de él. ¡Felicidades, majico!

Diego-León Guallart Ardanuy. ZARAGOZA

Protagonistas de la felicidad

Hace unos días, se publicaba el resultado de una encuesta en la cual se situaba a España como el segundo país europeo más infeliz. Hay que detenerse y descubrir cada día tantas alegrías sencillas como la de vivir, la que nos proporciona la belleza de la naturaleza o la del amor sincero. Y si miramos con atención, encontraremos tantos motivos para ella: una familia, la amistad compartida, el descubrir las propias capacidades personales, la sensación de ser útiles para el prójimo. Y hagamos también el ejercicio de experimentar la felicidad al ver una película o al escuchar una música o al admirar una obra de arte o leer un libro. Pero cada día hay tantas dificultades con las que nos topamos, tantas preocupaciones por el futuro que nos impiden gozar de todo lo anterior. Quizá haya que fundamentar la felicidad en aquello que otorgue un valor y un sentido profundo a nuestras vidas. Una razón que haga compatible el dolor con la felicidad. Admiro la alegría contagiosa de tantas personas que, sin ocultar ni negar sus problemas, crean un clima de paz y contento allí donde están. Se saben aceptadas, acogidas y amadas. Hay alguien que les dice es bueno que tú seas, que existas. Cada uno tenemos nuestro puesto en el mundo y en la historia. Vivamos nuestro papel empeñándonos en compartir, en atender y en cuidarnos unos a otros. Quien sienta tu amor, sentirá su felicidad.

Isabel Montañés Nerín. ZARAGOZA

Cincuenta años

Doy las gracias al Ayuntamiento de Zaragoza por haber organizado, el día 19 de abril en el Teatro Principal de nuestra ciudad, un acto tan entrañable, en el que se rindió homenaje a las parejas que cumplieron cincuenta años de matrimonio en 2021. Entre ellas estaban nuestros padres. Y es que dicen que es mejor no volver la vista atrás y mirar para adelante, pero cuando se vive un presente tan dichoso sí que es bueno retroceder en el tiempo y volver al origen de los sentimientos que hoy siguen presentes. El 25 de marzo de 1971 muchas personas fueron testigos de su ‘sí, quiero’ y pronto en su historia de amor ya no fueron dos sino cuatro. Hoy, vuestros hijos, ya no podemos entonces más que decir: gracias, gracias por vuestro amor, construido sobre roca que ha soportado los buenos y los malos momentos que nos presenta la vida. Gracias por vuestro esfuerzo, paciencia, generosidad y por estar siempre cerca; sois ejemplo para nosotros y también para vuestros nietos, que este año, por fin, felices y tras una pandemia que parece que termina podemos seguir celebrando y brindando al Amor con mayúsculas. Por muchos años más, por vosotros, por lo que nos dais cada día, porque os queremos hasta el infinito y más allá.

Conchi y Javier Ibáñez Martínez. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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