El turismo recupera su pulso en Aragón. Después de dos años muy complicados a causa de las restricciones impuestas para luchar contra la pandemia, que incluyeron la suspensión de todo tipo de actividades relacionadas con la Semana Santa, el sector rebota con fuerza con un Bajo Aragón prácticamente lleno y una ocupación muy elevada en el Pirineo, mientras que en Zaragoza las reservas hoteleras se sitúan en el entorno del 75%, una cifra ligeramente superior a las de años anteriores a la llegada de la covid-19. Estos datos confirman que el turismo en Aragón, como en el conjunto de España, enfoca la recta de la recuperación. Si otros factores exógenos no lo impiden, será un acicate fundamental para reforzar la recuperación general de la actividad económica y social.

El sector turístico ha sido uno de los más perjudicados por la pandemia durante los años 2020 y 2021 y ello ha tenido fiel reflejo en las estadísticas de rentabilidad y empleo. Las buenas perspectivas turísticas para 2022 que detectan todos los observatorios constituyen la gran esperanza de que, efectivamente, el retroceso sufrido pueda convertirse pronto en historia en todas las comarcas aragonesas que viven de la llegada de visitantes.

Las causas que explican estas expectativas optimistas son la reducción del riesgo sanitario (gracias a la elevada tasa de vacunación), la eliminación de las restricciones de traslados y, asimismo, las ganas de volver a viajar de buena parte de la población tras dos años de miedo y restricciones. A cambio, existen amenazas como la aparición de variantes de la covid inmunes a las vacunas, la persistencia de una inflación elevada que reduzca la capacidad adquisitiva de los ciudadanos y los altos precios de los combustibles. Por todo ello, pese a las buenas previsiones turísticas, nadie debería bajar la guardia, ni las empresas ni las administraciones públicas.