Esas cosas que nunca habían pasado

Manifestación de colectivos del campo en defensa del medio rural en Madrid.
Esas cosas que nunca habían pasado
Ricardo Rubio/EP

En los últimos tiempos estamos viviendo acontecimientos que, decimos, no habían pasado antes. 

O pasaron hace tanto tiempo que no lo recordamos: la pandemia, el volcán de La Palma y hasta la calima que tiñó el paisaje de rojo con una intensidad desconocida.

En el escenario político también se producen cosas nunca vistas. La más reciente, ayer, cuando se cumplía una semana de la huelga convocada por la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte por Carretera. Dos ministras y la vicepresidenta económica se sentaron con representantes del sector. Pero fue una reunión algo surrealista, ya que su interlocutor era el CNTC, unas siglas que representan a la mayoría de los transportistas... pero no a los convocantes de los paros. Así las cosas, y pese a que el Gobierno prometió 500 millones de euros en ayudas directas al gasoil, la protesta sigue. Es difícil pararla haciendo como que sus protagonistas no existen.

Mientras los daños se acumulan, el Gobierno se empecina en ignorar a los convocantes. Es obligado que garantice el derecho al trabajo de quienes quieren circular y que impida que piquetes violentos cometan desmanes. Pero un error que no sepa leer un malestar evidente, como el expresado el domingo en la manifestación del campo en Madrid que gritó ‘basta ya’ de abandono y exigió un plan de choque contundente. La España rural está muy llena de gente que la hace vivir y que se hizo escuchar. Tampoco se había vivido nunca una marcha tan masiva. Es obligado que se les atienda, aunque sería también histórico...

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