Una mayoría silenciada

La mayoría silenciada
Una mayoría silenciada
ISM

La próxima semana celebraremos el Día Internacional de la Mujer. 

No podemos negar cómo gracias a esta fecha logramos visibilizar a las mujeres. Es un día en que las rescatamos del olvido. Si realizamos un balance sobre la evolución del papel social de la mujer en los últimos años hemos de reconocer que el cambio ha sido importante. Como todos los años los medios de comunicación nos lo recordarán el próximo 8 de marzo. Creo que es bueno y necesario hacerlo para señalar nuestros logros y marcar el camino por donde hemos de avanzar y seguir buscando la igualdad y solidaridad entre todas las mujeres.

Existe una marginación que duele especialmente a las mujeres. "Me duele la situación actual de la mujer en la Iglesia o, más que dolerme, estoy cansada", explica la teóloga Dolores Aleixandre. Y añade: "Tengo la impresión de que llevamos con el mismo discurso demasiado tiempo. Muy anclado, por una parte y por otra, en sus respectivas posturas. Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas. Me pregunto por qué tenemos tanto miedo al sueño circular y fraterno de Jesús, y creo que tenemos mucha confusión entre autoridad y poder".

Las mujeres son mayoría entre los fieles y entre los religiosos en la Iglesia católica, sin embargo el gobierno eclesial, la toma de decisiones y la visibilidad están casi
exclusivamente en manos de hombres

Pero pronto llega la traición al Evangelio de Jesús según Dolores Aleixandre: "Al convertirse en institución de poder religioso y social, dejando de ser un movimiento mesiánico de liberación, la Iglesia tuvo que aceptar las estructuras normales del poder, que había estado (y estaba) en manos de varones. Lógicamente, los varones justificaron después esa situación (esa dominación patriarcal) con pseudoargumentos religiosos, que van en contra del espíritu de Jesús". Y así desde entonces. Las mujeres son mayoría en la Iglesia católica aunque se trate de una mayoría silenciada. De los 34 doctores de la Iglesia, 30 son hombres y solo cuatro mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux, a las que se suma ahora Hildegarda. ¿En toda la Historia de la Iglesia solo hubo cuatro mujeres con méritos para ser declaradas doctoras? Evidentemente que no, pero la lista de los ‘doctores’ de la Iglesia refleja a la perfección la situación de la mujer en la institución. La Iglesia católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros; la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos. Pese a ello, el gobierno eclesial, la toma de decisiones y la visibilidad de la institución están casi exclusivamente en manos de varones. El biblista Xabier Pikaza, autor de ‘El evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús’ (Editorial Verbo Divino), tras investigar a fondo el tema en su denso volumen, concluye que "Jesús no quiso algo especial para las mujeres. Quiso, para ellas, lo mismo que para los varones. Como entendió bien San Pablo en Gal. 3, 28: ‘Ya no hay hombre ni mujer...’. La singularidad de la visión de Jesús sobre las mujeres es la ‘falta de singularidad’. No buscó un lugar especial para ellas, sino el mismo lugar de todos, es decir, el de los ‘hijos de Dios’".

Y como señala Juan José Tamayo: "En el siglo XIX las religiones perdieron a la clase obrera y en el siglo XX las religiones perdieron a los jóvenes y a los intelectuales. Si continúan por la senda patriarcal por la que ahora caminan, en el siglo XXI las religiones perderán a las mujeres, hasta ahora sus mejores y más fieles seguidoras. Sin la clase trabajadora, sin los jóvenes, sin los intelectuales y sin las mujeres, las religiones habrán llegado a su fin. Y no podrán echar la culpa de su fracaso a nadie. Ellas mismas se habrán hecho el haraquiri".

La Iglesia ha de convertirse a la mujer

Pienso que de la misma forma que, a través de la ‘Laudato si’, la Iglesia católica ha acogido, agradecido y discernido, y se ha comprometido en la causa ecologista desde su propia tradición, falta este ejercicio con la reivindicación de la igualdad de la mujer, que es uno de los grandes signos de nuestro tiempo. Es necesario que la Iglesia católica se disponga a una conversión efectiva a la mujer, al modo de la conversión ecológica y pastoral que el papa Francisco reclama. No basta decir que ellas ya participan en las comunidades cristianas.

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