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Cartas al director de HERALDO: Una novela que transmite emoción

Un libro que transmite emociones
Una novela que transmite emoción
Pixabay

Una novela que transmite emoción

Me encontraba seco y no había una lectura que me transmitiese emoción; estaba ansioso por dar con algo que removiese mi interior. 

Y fue este libro, ‘Un país con tu nombre’, de Alejandro Palomas, aconsejado por una amiga, el que prendió y cubrió mis expectativas. Es una novela desubicada, geográfica y temporalmente, pero sus personajes principales, Jon y Edith, han vagado buscando su ‘locus amoenus’, persiguiendo su descansada vida alejados del mundanal ruido. Son personajes inmersos en la espesa niebla, contrastando con un radiante sol, personajes que se nos cuelan y tatúan el alma, que quedan inolvidables a través de una prosa que rezuma un profundo lirismo, envolvente, plagada de metáforas, aprovechando muchos elementos climatológicos como instrumento para transmitirnos un sinfín de emociones, como si de Garcilaso se tratara en sus ‘Églogas’. Configura unos personajes intimistas y los desnuda, creando un nexo entre ellos y el lector. Transmite un amor fraternal entre amigos, como Jon y Edith, maternal, como Edith y Violeta, o con animales, como Jon y Susi. Explora con maestría el dolor por la muerte de un ser querido, la orfandad, los desencuentros secretos, las verdades silenciadas, la culpa, los objetivos no logrados… Tiene cabida la tolerancia y hace una reflexión sublime a través de una conversación entre madre e hija, hablando de que cada uno debe seguir, perseguir sus propios sueños, buscar su propio bosque. Y llegada una edad, sin interferencias, ¿verdad Edith?, cada uno elige su propio destino. Es un libro muy recomendable, de lectura pausada, reflexiva, saboreando cada uno de los puntos, de las comas, de los silencios, en este vaivén emocional, constante, sin sobresaltos, con el que nos deleita el autor y ante el que resulta imposible mantenerse indiferente.

Mariano Aguas Jáuregui. ZARAGOZA

El hermano capuchino

La entrada a la iglesia de San Antonio de Padua en Zaragoza, de la orden de los Hermanos Capuchinos, es majestuosa. A su izquierda, hay una capilla que accede a la torre que guarda los restos de soldados italianos muertos en la Guerra Civil. A su derecha, un jardín bien cuidado. En mi recuerdo de niñez, en el final de trayecto del tranvía a Torrero, había allí una pequeña plaza y en el centro una churrería. Mi padre nos compraba un cono de churros los domingos después de la misa. Yo solía bajar en esa última parada cuando volvía del colegio porque vivía cerca. Siempre a la misma hora me cruzaba con un anciano fraile capuchino. Era enjuto, de cabello ralo, barbas blancas, vestido con un hábito de color carmelita sujeto con un cordón blanco en la cintura; en su espalda, una capucha terminada en pico, sus pies cubiertos en invierno y en verano con sandalias de tiras negras. Caminaba con paso lento, encorvado, mirando el suelo. Ojos hundidos y entornados, sonrisa constante. Su mano izquierda en el bolsillo, preparada para dar al niño que se acercaba un caramelo en forma de gajo de naranja o limón. Con la otra mano, acercaba a los labios del niño el cordón del que colgaba un rosario para que lo besara haciendo una reverencia. Con dos dedos de la mano derecha trazaba una cruz en la frente del niño y le daba el caramelo. Cuando los niños veíamos al hermano capuchino corríamos a besar su cordón para recibir el caramelo, que regalaba con un gesto de satisfacción.

Pilar Valero Capilla. ZARAGOZA

El museo y su concepto

El museo del Louvre se inauguró en 1793 y fue considerado uno de los grandes logros de la cultura moderna, la democratización de la educación y la cultura. También es un patrimonio compartido y una fuente de conocimiento con afán igualitario. El museo crea la utopía educadora ilustrada. Mi colegio creyó en ella y nos llevó a ver el museo del Prado en Madrid, y posteriormente, al Louvre, al Centro Pompidou y al Jeu de Paume en París. Actualmente los museos clásicos conservan intacto su antiguo prestigio, pero está cambiando el concepto de museo. La Administración estatal ya no se ve como garante y proveedor de la cultura, ya no lo ve como un bien público sino como un bien de consumo, el museo empieza a perder su sentido patrimonial y educativo para convertirse en un lugar para el ocio y el entretenimiento. Ahora se mira el número de visitantes y los ingresos, pasa de ser el museo ilustrado al museo espectáculo, importa más la cuenta de resultados, se ha convertido en una empresa. Hasta ha cambiado el concepto de exposición, ahora es un acontecimiento manejado como un negocio. También ha cambiado el concepto del edificio, ahora este es un icono, siendo el mejor reclamo publicitario del museo, el edificio es el museo, ya nadie discute la proximidad del dinero y la cultura. También el museo puede ser algo más, como el personaje de una película, como pasa en ‘Nuestros Amantes’ del zaragozano Miguel Ángel Lamata, quién convierte al museo Pablo Serrano en protagonista de esta preciosa película. También se tiende a cambiar el concepto de museo yendo más allá del edificio, ahora el mundo, las calles, plazas y lugares públicos son potencialmente museos. ¿Quién duda de que Roma sea un museo?

José Vicente Domeque Goya. ZARAGOZA

La ceremonia de los agradecimientos

La ceremonia de entrega de los Premios Goya resultó otra vez larga y aburrida. Hasta ocho personas subieron al escenario para recoger el premio al mejor cortometraje y todos querían hablar, alargándose en agradecimientos a familiares, amigos, compañeros e incluso a vecinos. Arturo Valls llegó a decir que los agradecimientos iban a ser más largos que el corto por el que fueron premiados. Se da por supuesto que premiados y no premiados tienen motivos de agradecimiento a sus familiares, que deben de soportar con mucho sacrificio tener un pariente dedicado al cine. ¿No podrían agradecer en privado a su familia, amigos y vecinos que los soporten? Ser agradecido es de bien nacido, pero no tanto y por tantos. No me imagino a los premios Nobel incluyendo en sus discursos los agradecimientos a todo quisque. Por otra parte, el premio al mejor actor a Javier Bardem ha demostrado que se puede premiar a un español haciendo de español, que según Tamara Falcó no tiene gracia. Según ella, es candidato a un Oscar de Hollywood por hacer de cubano. «Es español, no tiene mucha gracia si hace de español. No es una gran interpretación si un español hace de español», fueron sus sabias palabras en un programa televisivo. El problema no es ella, el problema es que alguien la contrate para que opine tonterías. Pedro Almodóvar se fue a casa otra vez de vacío. Le sucede en España lo mismo que a Woody Allen en Estados Unidos. Son más reconocidos fuera que dentro de sus respectivos países, no son profetas en su tierra.

Antonio Nadal Pería. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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