Maltrato judicial

Maltrato judicial
Maltrato judicial
Lola García & Vidal Mayor

La cultura griega, la judía, la romana, la persa, la china, la védica o la árable clásica son superiores, en general, a la de los bantúes abisanga o la de los yanomami makiritare, ambas sin duda interesantes; ‘Las Meninas’ o el ‘Apolo y Dafne’ de Bernini son más notables que los cabezudos olmecas o que la escultura visigoda; la música sinfónica europea raya por encima del gagaku japonés. 

Esto ofende a los igualitaristas, pero no cambia las cosas.

En la mayoría de esas culturas superiores, los jueces, revestidos de gran dignidad y poder, están sujetos a graves sanciones si delinquen. Sisamnes fue, durante siglos, el arquetipo del juez corrupto. Cobró una gran suma por prevaricar y el castigo del rey (Cambises II) fue terrible: ordenó que lo desollaran y que con los jirones de su piel se cubriese su sillón en el que, en adelante, sería Ótanes, hijo del corrupto, quien ejerciese su función. Por fuerza el nuevo juez tendría presente lo ocurrido. Según Heródoto, sucedió en el siglo VI a. C.. El arte europeo recuperó su recuerdo (G. David, Vellert, Wtewael, Rubens...).

La cultura jurídica de Aragón trató el asunto con brillantez doctrinal. En el venerable texto del ‘Vidal Mayor’ (siglo XIII), se lee que ningún juez puede aceptar precio, regalo ni cosa alguna, de palabra u obra, explícita ni tácitamente, ni promesa o trato actual o futuro, ni para sentenciar, ni para hacer incumplir las sentencias, ni para nada relativo a su oficio de juzgar, el cual debe ejercer "sin engaynn, sin conprometimiento" y dando "a cada uno sus dreitos [derechos] entegrament". Porque, en caso de probársele que ha obrado mal, será depuesto y sancionado.

Vidal de Canellas explica por qué, entre las tareas a que se dedican los hombres, la del juez tiene un lugar especial. El mismo Dios –asegura– mandó que algunos hombres fuesen "mayores et más dignos" que otros. Y, entre ellos, los hay "puestos specialment sobre todos los omnes [hombres]", como si hicieran las veces de Dios: son los jueces. En rango tan enaltecido como está, el juez "deve se esforçar con todo coraçón et con toda fuerça"en dar a cada uno lo que le corresponde. Y, si no lo hiciere así, incurre en grave delito y merece gran castigo. Da igual si el motivo de su conducta perversa es por atender a recomendación ("por pregaria"), o movido por rencor ("por saynna"), o por miedo, o por ignorancia o negligencia reprochable ("porque non sabe el dreyto"). Condenar al inocente y liberar al culpable le hace merecedor de grave pena y castigo en la tierra y en el cielo.

En el códice miniado, se muestra a un juez descubierto cuando aceptaba un soborno en dinero. Acto seguido, el colega detestable es expulsado de la judicatura por los propios jueces –se deduce de sus atuendos– y quedará socialmente repudiado.

Todo esto ya estaba asentado entre nosotros mucho antes de que Montesquieu mostrase en 1748 la conveniencia de considerar al judicial como un poder independiente del Estado, junto al de quienes hacen las leyes y al de quienes se encargan de gobernar. Y en un estado de derecho es forzoso que el poder judicial actúe (y, además, sea socialmente percibido) como independiente y sujeto únicamente a la ley.

Democracia y estado de derecho no son sinónimos estrictos, pero hoy se conciben mal por separado, pues aquel requiere jerarquía en las normas (que todas estén sujetas a la Constitución), igualdad ante la ley y separación de poderes.

En el estado democrático de derecho no existe ningún estatus comparable al de los jueces, únicos ciudadanos que, ley en mano, pueden privar a otro de libertad

Democracia estropeada

En la percepción de los expertos, España ha decaído de su estatus de democracia plena por lo que, en una reciente entrevista (accesible en heraldo.es), declaraba amargamente a María Usán el magistrado José María Macías Castaño: el maltrato judicial. Concepto muy oportuno que no significa maltrato por los jueces, sino maltrato al poder judicial del Estado, cuyo necesario control no debe ser de modo que merme su independencia esencial.

Hombre expresivo, lo que dice Macías con palabras acibaradas refleja una situación temible para nuestro país: "Que no se renueve el Consejo General del Poder Judicial en plazo es un maltrato; que cuando se hacen reformas del Poder Judicial se hagan por vía de proposiciones de ley, que eluden que el Consejo informe sobre ellas, es un maltrato; cuando una ministra del Gobierno de España (en alusión a Belarra) dice barbaridades del Tribunal Supremo es un maltrato. El problema que estamos viviendo últimamente es que el maltrato al Poder Judicial es continuo por parte de la política".

Esta otra opinión suya, expresada en distinto lugar, también es nítida: "El sector de izquierda radical del Gobierno no quiere acuerdos de Estado en la materia, a pesar de que la Unión Europea ha hecho indicaciones de su conveniencia". Así lo ve de claro.

Este es, sin duda, asunto mil veces más serio que si Yolanda y Pablo se llevan bien, mal, regular o no se llevan. Una murga.

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