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Cartas al director: Las listas de espera y la gestión sanitaria

Falo y Repollés, ayer en la sede de la Consejería de Sanidad, en Zaragoza.
Las listas de espera y la gestión sanitaria.
Oliver Duch

Las listas de espera y la gestión sanitaria

Se ha publicado que a final de 2021 en las listas de espera en Aragón había pendientes de una intervención de 8.176 personas; más de 180 días esperando una llamada que no llega.

Estos fríos números ocultan detrás numerosos casos personales que están pasando un auténtico calvario, tanto los pacientes como sus familias, a la espera de una llamada que en muchos casos llegará tarde para esa intervención necesaria. La consejera de Sanidad presentó un plan de choque a final de 2020 para solucionar este grave tema, utilizando quirófanos por la tarde e incluso recurriendo a desviar pacientes a los hospitales privados. Nada de esto ha funcionado, en parte por las sucesivas olas de covid y en parte por la mala gestión, la no renovación de contratos y los bajos salarios a los profesionales, que han dejado bajo mínimos nuestra sanidad. Las vidas de los enfermos en espera de una intervención, señora Sira Repollés, es una mezcla de frustración, ansiedad y depresión. Conozco varios casos en esta situación límite y me parece vergonzoso que no se haga algo urgente para remediarlo. Como ejemplo, una hermana de mi mujer lleva más un año esperando una intervención de hernia producida por una operación de riñón a comienzo de 2020. Los médicos que la han visitado han coincidido que era urgente hacer esa operación. Le han hecho dos preoperatorios, uno en abril de 2021, para operar el día de San Jorge, y otro el pasado mes de diciembre (pendiente de cita). Ambos preoperatorios han caducado. Hemos pagado una sanidad que en estos momentos está colapsada. Los políticos y dirigentes se justifican en la covid para no asumir responsabilidades, pero ellos saben y nosotros también que son culpables de una pésima gestión.

José Martín Escudero. ZARAGOZA

Esperanza y dolor

¡Qué maravilla, habíamos rescatado al niño! ¡Rayan! Fue un momento de felicidad cuando por fin el equipo de protección civil, bomberos, etc., que fueron incansables, logró sacarlo. Vimos cómo se apresuraban a trasladarlo a la ambulancia para llevarlo al hospital. También tenían preparado un helicóptero según lo que hiciera falta. A los pocos minutos nos informaron de que había fallecido el niño Rayan, no había podido resistir su frágil cuerpecito. ¡Qué dolor! Después de esto, un pensamiento se me quedó. Estamos con la amenaza de una gran guerra, Rusia, Ucrania, Estados Unidos, China, etc. ¿Qué pasará? ¡Es tremendo! Si pusiéramos el interés que se ha desplegado para salvar una sola vida, que me parece maravilloso, si estos países intentaran la negociación y la mediación en serio para resolver el conflicto… sería diferente. Por otro lado, señores, con lo que hemos pasado o estamos pasando con la pandemia, que estemos pensando en guerras es increíble.

Vega María Elguezábal Salazar. ZARAGOZA

Problemas para subir al tren

Tengo un niño de un 66% de discapacidad y con movilidad reducida. Vivimos en Villanueva de Gállego. Mi hijo quiso ir a coger el tren para ver a su abuela en vez de ir en coche. La sorpresa fue –después de pasar el túnel del terror para coger el tren, que son pasarelas sin control de entrada, llenas de pintadas y poco iluminadas– que al llegar el tren vimos que estaba muy muy alto. Y tuve que decirle a mi hijo "salta, que si no, no cogemos el tren". ¡Una zancada para subir! Cuando llegamos a la estación de Goya no pasó lo mismo. Todo limpio, controles de salida... Pero cuando llegamos a Villanueva de Gállego, gracias a la señora Emilia y a un señor que nos ayudaron a bajar, porque si no, no sé qué hacemos. Por favor, a los directivos de Renfe, acondicionando mejor la estación tendrían más clientes, no me extraña que no lo cojan, entre pasar la cueva del terror y luego para subir al tren... Menos mal que no le dije a mi madre, de 83 años, que viniera a Villanueva de Gállego, que desde la estación de Goya es una fuente de tener clientela. Espero que acondicionen la estación y que a la próxima mi hijo pueda subir al tren con mayor facilidad.

Carmen Bueno Brianso. VILLANUEVA DE GÁLLEGO (Zaragoza)

El médico del barrio

Mi médico y el de mi familia en mi niñez en el barrio de la Química era un tal D. Basiliano. Don Basi le decíamos para abreviar y como apelativo cariñoso, pues en aquellos años sesenta y setenta no existían centros de salud como ahora, pero sí médicos a quienes pagaban las familias mediante una iguala o cuota para ser atendidas. D. Basi, era un personaje curioso, de mediana edad, robusto, fumador empedernido de puros, era justo la antítesis de lo que él predicaba, pero era un buen médico, con consulta propia, muy atento, afable y se conocía al dedillo a las familias y sus componentes, incluso por su nombre de pila. Y como despedida, si venía a casa, no le hacía ascos a una copa de coñac. A los niños de entonces, y puesto que no había tantos medicamentos como ahora, para los catarros nos prescribía jarabe o Mejoral infantil; y si ya se trataba de fiebre o gripe, nuestra peor pesadilla, una sesión de inyecciones que ponía D. Luis, el practicante, en un cuarto dentro de una peluquería de la avenida Pablo Gargallo. Lo recordaré siempre con su maletín impecable, bien trajeado, su lustroso bigote, sus palabras de cariño y su paciencia infinita. Al servicio de sus familias las 24 horas, muy cercano y dicharachero. Ni mejor ni peor que los médicos de cabecera o de familia actuales. Eran de otra época, eran diferentes, al fin y al cabo, nuestros ángeles de la guarda en el barrio.

Luis Solanas Cebolla. ZARAGOZA

Paisaje y velocidad

El tren canfranero salía del Portillo a las 16. Se ponía en marcha al ritmo del tracatrá, envolviendo la parada en una espiral de humo. Una amiga y yo planeamos un viaje a Jaca. El ambiente del tren era de gente joven, montañera. La juerga estaba asegurada. Tardaba en llegar a Jaca unas tres horas. Paraba en Ayerbe para que pasara el tren que volvía. En la estación no faltaban vendedores de las famosas tortitas del lugar. La mayoría bajábamos a comprar y las comíamos en el tren. Más mayor, con mi pareja y mi hijo, viajábamos a Madrid en el Intercity, a mayor velocidad y sin parar en ninguna estación. Ahora está el AVE. No da tiempo a ver el paisaje. Un velo blanquecino, transparente, envuelve montañas, ríos, huertas, bosques de hayas y de pinos sin distinguirlos apenas. En la película ‘Julieta’, de Pedro Almodóvar, la protagonista ve por la ventana un ciervo que corre al ritmo del tren. No se dice si era el canfranero, el Intercity o el AVE. La escena es preciosa. Hemos ganado en velocidad y perdido en paisajes. La vida corre al ritmo del tren.

Pilar Valero Capilla. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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