Políticos opinando de música, para variar

Chanel se impone a las grandes favoritas en el Festival de Benidorm 2022.
Chanel se impone a las grandes favoritas en el Festival de Benidorm 2022.
Efe

Montar el Benidorm Fest ha sido una buena jugada promocional de una Televisión Española con las audiencias a la baja y que algo mejorará ahora sus números. 

El primer lío eurovisivo de 2022 ha vuelto a trascender el espectáculo televisivo y al público que lo atendió con entusiasmo en La 1 para ser tratado en las demás cadenas, en las charlas cotidianas, en los corrillos culturales y también en la política. Que, discutiendo el posible tongo, se hable de la producción artística para masas o de cómo los ritmos urbanos latinos son ahora el modelo imperante aquí y en el mundo, y también de feminismo o de la diversidad lingüística, es saludable, siquiera para que se renueve algo el viciadísimo aire del debate colectivo en España.

Otra cosa es la vergüenza ajena, para quienes aún conservan esta lastrante capacidad, que puedan producir las intervenciones de algunos representantes públicos nacionales con su habitual nivel discursivo, incluyendo varias peticiones de explicaciones en las Cortes Generales. No porque aquellos temas, o la música en general y su industria, u otros como la representación de la cultura española en el exterior, no merezcan su atención, sino precisamente porque quienes hablan estos días no lo han hecho antes ni lo volverán a hacer en los próximos tiempos.

La cultura, en cualquiera de sus expresiones, apenas se usa para rellenar los programas electorales. No ha interesado ni siquiera en los momentos tan difíciles que han atravesado y siguen atravesando, por la pandemia, muchos de los se dedican a ella.

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