Los invisibles

Los invisibles.
Los invisibles.
POL

La historia económica demuestra que la desigualdad se dispara en las grandes crisis, así como en las pandemias y en las guerras. 

Esta vez hay prácticamente de todo en el carta, crisis sanitaria y económica. Así lo confirman los dos últimos informes que acabamos de conocer realizados por Intermón Oxfam y Cáritas. Las primeras cifras son terribles: la desigualdad en España escaló, en solo unos meses, a niveles nunca vistos en las últimas décadas. Más del 15% de los menores de 35 años sufren exclusión social grave, pues la pandemia se ceba con los hogares más vulnerables.

Invisibles dentro de los más vulnerables y que solo aparecen cuando se producen sucesos terribles son los menores tutelados. Leer la última noticia conocida sobre ellos achica nuestro corazón de seres humanos. En ella leemos que tres de las diez víctimas menores de edad rescatadas por la Policía de una red de prostitución en Madrid estaban tuteladas por servicios públicos. Parece pues que estos servicios no han funcionado como deberían. Estos menores son seres precarios y frágiles, vulnerables física, económica y emocionalmente; necesitados imperiosamente de los demás. A esta noticia se suman otras parecidas en los últimos dos años en las Baleares y en la Comunidad Valenciana. Nos encontramos ante un evidente problema integral y no meramente episódico.

Los niños y niñas que están bajo la tutela de la Administración son los más vulnerables entre los vulnerables

Conmociona leer cómo vivían estas niñas, su desarraigo y soledad, que les llevaba a creer que su mejor aliado es su proxeneta o camello. Esta fragilidad las ha expuesto a un ecosistema delictivo que acaba involucrándolas en redes de prostitución a través de la adicción a las drogas.

Las cifras del problema no deben confundirnos sobre su gravedad. Y de nuevo volvemos a contemplar cómo se empequeñece el problema, sobre todo, si aparece cerca del político de turno. Saquemos de una vez el debate de la política. Madrid, Baleares y Valencia no tienen la culpa de estos delitos, pero sí tienen la responsabilidad de evitarlos. Tras la conmoción por las noticias debemos buscar los medios que impidan a la población más desvalida volver a vivir abismos como los que hemos conocido estos días. Los responsables de la protección infantil española (comunidades autónomas de todo color político) deben tomar decisiones para garantizar una protección a todos los niños y las niñas que no han encontrado en su familia el amparo, el afecto y la estimulación que necesitan y a la que tienen derecho.

A consecuencia de estas noticias hemos vuelto a conocer cómo los profesionales denuncian la necesidad de establecer un vínculo emocional con los menores que genere el sentimiento de protección y seguridad que no han vivido en sus entornos sociales. Según datos del Observatorio de la Infancia, en 2020 había 16.991 menores en estos centros y otros 18.892 se encontraban en familias de acogida. Estos son menores sin apoyos familiares ni sociales a quienes un auxilio profesional competente puede salvar o condenar, sin mucho lugar para los matices. Por todo ello demandan más personal cualificado, formación, más familias de acogida y pisos tutelados.

Y hemos conocido recientemente noticias que indican que en algunos casos no se les está dando la protección y el amparo que necesitan

Necesitamos un compromiso claro, decidido y firme por una progresiva desinstitucionalización de nuestra infancia y empezando por los más pequeños. Los menores no pueden crecer en un centro residencial, no responde a las necesidades emocionales de los niños y niñas. Sorprende que en un país tan solidario como España no haya familias dispuestas a acoger a estos niños. Ahora bien, para que existan es necesario querer hacerlo, buscarlas, atraerlas, prepararlas, apoyarlas y hacer que su experiencia sea satisfactoria. Para los niños y niñas implicados, sin duda lo será. Ojalá estas terribles noticias sirvan para realizar una reflexión profunda de cómo abordar el problema que nos obliga a un compromiso de corresponsabilidad; y esto es hoy, en la situación actual, absolutamente necesario.

Los menores que llegan a estos centros son los más vulnerables entre los vulnerables. Son los más necesitados de lo que llamamos democracia de los cuidados, de la política que protege, de las instituciones que nos garantizan la seguridad. Soy de la personas que creen que la columna de nuestro sistema debe ser el cuidado. Cuidar, ser cuidado, cuidarnos y cuidar del planeta es el núcleo de la vida y de nuestra condición humana.

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