Fulgor y muerte de Basilio Boggiero

Retrato del Padre Boggiero realizado a lápiz por Palafox.
Retrato del Padre Boggiero realizado a lápiz por Palafox.
ARCHIVO MUNICIPAL DE ZARAGOZA

Palafox tuvo de preceptor al padre Basilio Boggiero y ambos se tomaron gran cariño. 

Por eso, cuando al general se le encargó la defensa de Zaragoza nombró como asesor y hombre de confianza a su antiguo maestro, que llegó a redactarle algunos bandos y manifiestos, como aquel del 31 de mayo de 1808 en el que se declaraba la guerra a Francia. Boggiero era escolapio, había hecho el noviciado en Daroca y fue profesor de Retórica, Filosofía y Teología en el colegio de las Escuelas Pías de Zaragoza (según nos contó Herminio Lafoz en su ‘Diccionario Biográfico de la Guerra de la Independencia en Aragón’), además de un reputado orador. Su biografía más conocida es la que publicó Ángel Pastor Beltrán en 1959 (en la imprenta de ‘Heraldo de Aragón’, para más señas), que durante muchos años vi decenas de veces en rastros y mercadillos y que hoy, para mi deshonra, he sido incapaz de encontrar en casa. Pero mucho antes, Mario de la Sala Valdés, en su ‘Obelisco histórico en honor de los heroicos defensores de Zaragoza en sus dos Sitios (1808-1809)’, publicado en 1908, ya había redactado una notable nota biográfica de Boggiero, en la que nos hizo saber que "desde que Palafox llegó a Zaragoza con el intento de levantar el reino aragonés contra los invasores, fue el P. Basilio su mentor, su consejero áulico, su comensal y hasta su camarada de aposento". Así lo había confirmado Manuel Cavallero –teniente coronel de ingenieros que, prisionero en Francia, se había cambiado de bando tras de la derrota–, que en su libro ‘Défense de Saragosse, ou relation des deux siéges soutenus par cette ville en 1808 et 1809’, publicado en París, en 1815 (y que es el libro sobre los Sitios que más caro he pagado en mi vida, aunque ni bajo tortura daré sobre ello más detalles), aseguraba que Boggiero era uno de los que más influían en Palafox, junto con su secretario el coronel Teodoro Gálvez Cañero, Santiago Sas, Gómez de Butrón –«son ancien aide-de-camp»–, Fr. José de la Consolación, el tío Jorge y el tío Marín (debe de referirse a Anselmo Marín, que con Jorge Ibor y otros zaragozanos fue a buscar a La Alfranca a Palafox para proclamarlo capitán general de Aragón). Y también el oficial francés J. Daudevard de Ferussac, en su ‘Diario histórico de los Sitios de Zaragoza’, editado por Cecilio Gasca en 1908, relataba en las páginas correspondientes al 14 de febrero de 1809 que Palafox era un hombre "muy amable y muy querido por sus soldados" y ratificaba que no tomaba ninguna decisión sin consultarla "con un religioso llamado el padre Basilio".

El padre Basilio Boggiero fue uno de los personajes más destacados durante los
Sitios de Zaragoza

La muerte de Basilio Boggiero fue trágica, como es bien sabido, y la cuentan muy bien Raymond Rudorff, que sigue a Daudevard de Ferussac, y el conde de Toreno. El escolapio fue sacado tres días después de la capitulación del cuarto inmediato al de Palafox, donde dormía, y fue llevado con Santiago Sas al Puente de Piedra. Allí los asesinaron a bayonetazos y arrojaron sus cuerpos al río. Daudevard vio un cuerpo flotando en el agua "y me aseguraron que era el suyo", escribió en su diario. Palafox, en cambio, dejó testimonio de que lo lanzaron a las aguas del Ebro con una gran bala de cañón colgada del cuello, con lo que parece difícil que su cuerpo pudiera flotar y que Daudevard acertara a verlo.

Consejero y mano derecha del general Palafox, tuvo un triste final al ser asesinado por los franceses después de la capitulación de la ciudad

Pero, además, Boggiero fue también un esforzado prosista y traductor (tradujo a Pascal), y un entusiasta poeta; y un discípulo suyo, que firmó sólo con iniciales –D. L. G. P., tal vez Pedro García Latassa–, publicó sus ‘Poesías’ en Madrid, en la imprenta de D. M. de Burgos, en 1817 (hubo una segunda edición en 1826) y escribió que "Boggiero con la pluma en la mano era lo que el célebre Goya con el pincel". Sin duda una hipérbole fuera de lugar, pues leídos esos versos uno sólo desea salir corriendo en dirección contraria. Mario de la Sala Valdés opinaba del mismo modo y dejó publicado que "el poeta bajaba mucho del prosista", que era "afectado y convencional" y que sus versos eran "hinchados" y habitualmente "prosaicos", coincidiendo con el parecer de Leopoldo Augusto de Cueto, que calificó la poesía de Boggiero –de "tan sano instinto como escasa inspiración"– de desmayada y prosaica, incurriendo en "impropiedades harto singulares".

Recordemos pues a Boggiero como héroe de los Sitios, porque me temo que nos va a resultar también heroica su defensa como hombre de letras.

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