Dos siglos y cuarto de ‘el Diarico’

Dos siglos y cuarto de ‘el Diarico’.
Dos siglos y cuarto de ‘el Diarico’.
Lola García

Domingo 22 de enero de 1797. Sale el Sol à las 7 H. 7 m. Se pone à las 4 H. 53 m.». Tales fueron las noticias con que abrió su edición el primer periódico diario de Aragón. 

Ayer hizo dos siglos y cuarto. En su primera página, discretos adornos tipográficos y noticias de iglesia. Publicaciones informativas las había desde el siglo XVII, pero no respondían al concepto posterior de periódico diario.

Este fue muy bien definido por José Valenzuela, sabio director de HERALDO. Escribió una evocadora pieza, inédita hasta el 20 de septiembre de 1970, cuando el diario cumplió tres cuartos de siglo. Valenzuela –al que el jueves dedicó una semblanza J. L. Melero en ‘Artes y Letras’–, trabajó en Heraldo desde el 4 de enero de 1903, día en que se ignoraba si a la mañana siguiente iba o no a seguir vivo el jefe de Gobierno, Sagasta, aquejado de un grave mal. Por eso la redacción preparó dos ediciones diferentes, de modo que los lectores no sufriesen la más mínima demora informativa. Y dice: "Los periódicos eran mucho más pequeños que ahora, pero aun así había que llenar tres grandes páginas porque la cuarta se reservaba íntegramente para la publicidad. Y nadie puede suponer hoy el esfuerzo que esto significaba cuando todo había que escribirlo a punto de pluma, cuando la información que se nos daba de fuera consistía en una breve y compendiosa conferencia telefónica, cuando el personal era muy escaso y cuando se carecía de toda clase de fuentes de conocimiento en las redacciones. Análogas dificultades había que vencer en la imprenta, donde los cajistas tenían que levantar letra por letra, en una labor chinesca agotadora, para llevar luego lo compuesto a una máquina plana que tiraba los ejemplares con una lentitud desesperante. Sin máquinas de escribir, sin linotipias, sin estereotipias, sin teletipos y sin rotativa, todo tenía que suplirlo el trabajo paciente y abrumador del hombre. Eran los tiempos heroicos del periodismo; nadie podía imaginar que el público llegara a pagar más de cinco céntimos por un diario, y la publicidad era mísera".

Dicho esto, ha de saberse que el ‘Diario de Zaragoza’ aún era más chico. Tenía cuatro páginas, impresas en una cuartilla doble. El "primer periódico diario aragonés", como lo llaman Eloy Fernández y Carlos Forcadell en su ‘Historia de la prensa aragonesa’ (Guara, 1978), se pensó para ser encuadernado cada seis meses, de forma que sus páginas, con numeración seguida, compusiesen un librito. Su menudencia acabó valiéndole el nombre de ‘el diarico’. Los lectores lo acogieron tan bien que duró hasta el 31 de julio de 1907: ciento diez años. La marca ha sido superada solo por HERALDO, hace ya dieciséis años. Uno y otro pueden consultarse, completos, en la Hemeroteca Municipal de Zaragoza. Es un ejercicio muy enriquecedor.

Los avatares de la política, en 1820, lo apellidaron ‘constitucional’ y en el bienio 1854-1856 se tituló ‘La Libertad’.

Sin perjuicio de efímeras gacetas y fugaces avisadores existentes desde el siglo XVII, el primer periódico diario aragonés nació el 22 de enero de hace 250 años

Desde que nació fue noticia. El funcionario judicial Faustino Casamayor redactó, en docenas de cuadernos, un diario durante cincuenta años, que se dice pronto. Aún no se ha publicado entero. Allí hizo este apunte el día mismo de su nacimiento: "El día 22 de este mes salió a luz el ‘Diario’ a solicitud de varios sujetos deseosos de que en esta Ciudad hubiera un periódico como lo hay en otras Capitales donde se pueda dar noticia de lo que necesita saber el público y pueda serle útil y provechoso. Se da noticia en él de la hora que sale el sol y se pone, la iglesia donde es el jubileo o las cuarenta horas; una sucinta relación de la vida del santo del día, en dónde se celebra su fiesta; un trozo de poesía o de moral, algunas fábulas y rasgos de agudezas; en fin, las noticias y el resumen de pérdidas, ventas, arriendos y sirvientes, a que se agregan otras varias interesantes al público". Casamayor no podía saber que ‘el diarico’ acabaría publicando folletones de Dickens.

Pronto acogió ofertas como esta, que se copia aquí para que los lectores adviertan que en Zaragoza había casas al estilo de las aristocráticas, o que aspiraban a remedarlas: "En la calle de San Josef nº 6 darán razón de un joben francés que solicita acomodo para Ayuda de Cámara. Sabe afeytar y peinar y tiene quien lo abone". O sea, que ofrecía referencias.

El precio del ‘diarico’ servido a domicilio era un 25% más alto (8 reales de vellón) que si se compraba en los puntos de venta, el principal de los cuales era el taller de Mariano Miedes, donde se confeccionaba mediante rodillo. Dice Blasco Ijazo que todas sus instalaciones consistían en un "sencillísimo despacho" y que, al leerlo, daba la sensación de que estaba redactado por una o dos personas nada más. No ha sido tan caso raro. He conocido a escritor de periódicos que usó siete nombres distintos.

Lo que sí resulta extraño a estas alturas es que nadie haya averiguado quiénes fueron los creadores de este singular y venerable abuelo de la prensa aragonesa. A ver quién lo consigue.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión