El ministro torpe

El ministro de Consumo, Alberto Garzón.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón.
A. Pérez / Europa Press

El ministro de Consumo Alberto Garzón olvida tres cosas básicas cuando habla de carne con ‘The Guardian’, diario progresista de difusión internacional.

 Una: la ganadería intensiva ha resuelto el secular problema de la falta de carne para la gente pobre. Dos: en España está sujeta a normas exigentes y a un régimen de fuertes sanciones. Tres: si la norma fuera deficiente por algún motivo (trato animal, medioambiente, calidad de producto) es el ministro quien debe impulsar su cambio y no los granjeros. La carne producida en España es de reconocida bondad.

Y, si le entendieron mal una frase, ¿por qué no ha requerido su aclaración? ¿Será porque no habla bien el español, defecto serio en un alto cargo? Garzón confunde manifestación con manifiesto («se está poniendo de manifestación») y dice «proponido». Con ese nivel de torpeza no hubiera superado la vieja reválida del bachillerato elemental.

Suspenso en marxismo

Su impreparación era ya notoria antes de que Sánchez e Iglesias lo hicieran ministro. Predica la renovación del marxismo y el materialismo histórico, pero lo hace tan mal que se lo afean sus propios camaradas. Porque, lenguaje aparte, su sermón se resuelve en obviedades y asertos discutibles. Sirva de muestra el severo rapapolvo que dos correligionarios suyos, Alberto Arregui (de la Coordinadora Federal de IU), y Alan Woods (editor del portal ‘www. marxist.com’) le dedicaron en Rebelión (‘rebelion.org’) por acumular sandias banalidades.

No hace tanto, en 2018, se dolían ambos de que en España se hubiera frustrado ya la ilusión de cambio frente al capitalismo y hubiera quedado una «izquierda aturdida», en la cual «el compañero Garzón intenta averiguar dónde están los fallos. Pero para obtener una buena respuesta es necesario formular una buena pregunta y para encontrar algo es necesario buscar en el terreno adecuado». Y Garzón no sabía.

Arregui y Woods aseguraban que Garzón, «al sumarse a la cohorte de profesores, parlamentarios e intelectuales en su enésimo intento de ‘superar’ el marxismo se está equivocando de pregunta y de terreno y corre el riesgo de echar balones fuera en lugar de analizar su propia responsabilidad, la de la dirección de IU bajo su égida, y la del conjunto de la izquierda».

Y seguían, implacables: «Uno de los trabajos de los plumíferos al servicio de la burguesía de todos los países, es el anuncio constante de la muerte o, al menos, de la superación del marxismo. Garzón parece que se desliza por una pendiente que más que llevar a ‘corregir’ las ideas expuestas por Marx y Engels, puede conducir a una ruptura total». Notables «economistas burgueses» (Magnus, Roubini) -escribían- admiten hoy la actualidad de algunas aportaciones de Marx e incluso el periódico papal ‘L’Osservatore Romano’ loaba en 2009 el diagnóstico de Marx sobre la desigualdad de ingresos.

En cambio, seguían, aunque Garzón «trata de ocultar su abandono del marxismo por medio de circunloquios peculiares, el meollo de su argumento es claro: el marxismo está desfasado como método de análisis. Pero ¿qué alternativa propone?», preguntaban retóricamente. «¡Para un momento, camarada Garzón!, en tu seguimiento ciego de los pasos de Karl Popper -tu héroe-, que quiere excluir el marxismo como método científico». O sea, que, según estos dos estudiosos marxistas, Garzón tampoco aprobaba en marxismo.

Suspenso en juegos

Volvamos a su actividad ministerial. Garzón tuvo su día glorioso el 30 de agosto de 2021: «Esta noche -proclamó- entra en vigor la prohibición de la publicidad de juegos de azar y apuestas. No ha sido fácil. El fútbol y el resto de competiciones serán más sanos, limpios y acordes a (sic) los valores del deporte»: los operadores de juego no figurarán en las camisetas deportivas, no se anunciarán antes de la 1 de la noche, nunca a menores, no enviarán publicidad sin permiso del receptor, no darán bonos en dinero a ludópatas, no serán anunciados por famosos... Un filántropo, redentor de las víctimas del juego.

Pero, entonces, ¿por qué el ministro no ha intentado aplicar nada parecido a los juegos de azar mayoritarios en España, con muchísimos más adictos (y quizá me deje alguno)?: Bonocupón, Bonoloto, Cupón, Cupón Extra de Navidad, Cuponazo XXL, Dorada Navidad, El Gordo de la Primitiva, El Quinigol, Eurojackpot, Euromillones, Galletas, Gem Empire, La primitiva, La quiniela, Lotería Nacional, Lototurf, Pack Cupón diario x 4, Pack Fin de Semana, Pack Martes, Pack Viernes, Quíntuple Plus, Rasca, Rasca de Navidad, Slingo, Sueldazo, Sueldazo Fin de Semana, Super Once, SuperOnce, Triplex Once. Garzón hace como que no existen y ya está. Pero se le nota, porque es torpecico. ¿Aprenderá del ministro de Agricultura, Luis Planas, que ha estado doce días sin decir ni mu ante el disparate cárnico del colega? Quiá.

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