Cubierta azul

Cubierta azul.
Cubierta azul.
Pixabay

Con el solsticio de invierno la luz empieza a ganarle terreno a la oscuridad. 

A partir de hoy empezaremos a ver las cosas con más claridad. El sol me da de lleno en la cara cuando voy por la calle Mayor hacia La Magdalena. Algunos rayos de sol, totalmente horizontales, entran por mis pupilas hasta el fondo del cráneo y a su paso iluminan mi cerebro por dentro. Sufro un deslumbramiento y lo veo todo azul. Me acuerdo entonces de la cubierta azul de ‘Los cuentos de invierno’, de Isak Dinesen. Hacía tiempo que no pensaba en la escritora danesa a la que muchos conocen por la adaptación al cine de ‘Memorias de África’. Fue una mujer fascinante y suelo recordar esa fotografía en la que aparece escuálida y elegante, junto a Marilyn Monroe y Carson McCullers, en su visita a Estados Unidos en 1959. Dicen que por entonces se alimentaba de ostras y champán, tan aristócrata ella, pero también comía gambas, espárragos y uvas de vez en cuando. "Soy vieja y como lo quiero", dijo en un momento dado. Fantaseo con la idea de que la baronesa tuvo tiempo, antes de morir en septiembre de 1962, de asistir a mi bautizo como una de esas hadas madrinas de los cuentos que insuflan protección con una varita mágica, pero a última hora le dio pereza salir de su mansión en Rungstedlund.

Los humanos somos unos pobres desgraciados. Para no desfallecer necesitamos la fantasía y una gran dosis de ingenuidad. En cuanto llego a casa saco de una estantería polvorienta ‘Los cuentos de invierno’ en una vieja edición de Alfaguara. Aprieto fuerte su cubierta azul contra mi pecho. 

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